Por Vicente Lastra y Diego Vidal. Economistas Universidad de Chile. Investigadores Observatorio de Políticas Económicas (OPES). A pesar de reconocer el fuerte descontento con el desempeño del sistema e incluso el “amplio consenso sobre la necesidad de reformarlo”, la propuesta de Piñera para mejorar las pensiones es básicamente seguir con más de lo mismo: incrementar en 4 puntos la cotización que mes a mes los trabajadores se ven forzados a entregar a las AFP, para de esta forma aumentar, en régimen, en un 40% las cotizaciones de los actuales cotizantes. Lo que olvida mencionar Sebastián Piñera es que “en régimen” significa de aquí a 45 años, y que el aumento en 40% es solo respecto a los nuevos fondos acumulados. Para todo el resto –por ejemplo, un trabajador o una trabajadora a pocos años de pensionarse– y que haya cotizado de forma más o menos estable, la mejora en su pensión será totalmente marginal. La verdad es que poco o nada sorprende la postura de Piñera en este ámbito, que no hace más que mantener la lógica del ahorro individual creada por su hermano José, cerrando cualquier posibilidad de solidaridad, y de paso fortaleciendo el ya tan cuestionado negocio de las AFP. Peor aún, la otra propuesta estrella de Piñera en materia de pensiones, el complemento en pensiones para la clase media, exige a las mujeres un mínimo de 16 años de cotización para poder acceder al “beneficio”, lo que encierra una doble desigualdad: de clase y de género, puesto que las mujeres y las personas de los quintiles más bajos no logran cotizar por esa cantidad de años, sea porque trabajan en el sector informal, sea porque le han dedicado su vida al trabajo no remunerado –como labores de cuidado y quehaceres del hogar–.
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