Tres voces reflexionan sobre las contradicciones, proyecciones y la crisis de fe que son telón de fondo en el paso de la máxima figura religiosa por Chile. Incluso coinciden en que ni a la derecha ni a la izquierda les acomoda el mensaje del Pontifex.
Aunque parte importante de la población espera con la legendaria devoción popular latinoamericana cruzar miradas con el carismático papa Francisco, encuestas como Cadem, aseguran que sólo un 23% de los chilenos considera importante la visita del pontífice. ¿Cómo se explica que una agenda global identificada con el progresismo, como la que predica Francisco, no genere la devoción esperada en un país donde incluso se decretó feriado el principal día de sus actividades?. Para un teólogo crítico de la institución como Álvaro Ramis, hay que realizar una doble lectura para comprender esta dicotomía que genera una figura pop en las antípodas de papa Wojtyla quien consagró las políticas eclesiales más fundamentales y que hoy, reúne a 3 millones de fieles en una playa de Brasil, pero poca influencia a nivel del dogma. "La iglesia hoy necesita concretar grandes movilizaciones por que perdió el histórico poder blando de las grandes reformas sociales de los años 60. Como los fieles la escuchan cada vez menos, la iglesia ha debido recurrir a su esfera de poder más concreto como dueña de universidades, como corporación inmobiliaria, como parte del empresariado o avisadora de los grandes medios de comunicación", señala Ramis.
Para entender este fenómeno, cree fundamental distinguir la política del papa y la de la curia. Es decir, la manera en que El Vaticano quiere posicionar otra vez al líder de una iglesia cuestionada como referente y mediador global. "Esto es lo que explica el discurso de la paz, el perdón y sus visitas permanentes a zonas de conflicto como lo serán en Chile La Araucanía y los sectores más pobres de Santiago e Iquique. No obstante, ésta paz no es crítica al sistema y se confronta con la desigualdad que genera el capitalismo entre los fieles y la naturaleza. En tal aspecto, lo que Francisco instala es la generación de una anticultura", señala el Doctor en Ética y Democracia por la Universidad de Valencia durante el encuentro "Francisco y sus implicancias político-doctrinarias: ¿qué queda para Chile?" realizado por la Escuela de Ciencia Política de la UAHC.
Coincide el sociólogo Cristian Parker para quien el catolicismo practicante se "ha diluido" ante un avance de la religión evangélica en sectores populares los últimos años. "Francisco ha tratado de sacar a la iglesia de lodazal en el que la tienen las denuncias de abuso sexual, pero le ha costado porque si bien ha anunciado "tolerancia cero" contra los casos de corrupción, en la práctica ha sido bastante ambiguo. Ahí tienes todavía al Cardenal Medina y su amigo Angelo Sodano sin grandes cuestionamientos y como dueños de ¾ partes de la Conferencia Episcopal a la que ellos mismos formaron religiosamente y llevaron a sus puestos de poder junto a Fernando Karadima. La iglesia chilena, antes fue un ente legitimado por la propia sociedad, pero la que recibe al papa hoy es una estructura conservadora sin asomos de pluralismo", lamenta el Doctor en sociología de la religión de la Universidad de Lovaina y experto en religión popular en América Latina.
Una visita incómoda
¿Pero es justo cargar todo un espíritu renovador sobre los hombros de Jorge Bergoglio a tres años de su nombramiento papal, sin considerar un trabajo constante de la iglesia social desde el Concilio Vaticano Segundo?. Luis Pacheco, cientista político y Doctor en Historia con especialización en Política Latinoamericana de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá cree que no. "El gran debate sobre las reformas sociales que da origen a las izquierdas cristianas y la teología de la liberación en los años 60, sostiene que no existen hombres privilegiados o más cercanos a Dios. Esto implica que todas las diversidades, minorías sexuales, pobres y necesitados son acogidos por Dios. Francisco extiende esta idea de un pueblo que no es homogéneo que trasciende a la iglesia católica. No es al papa al que se le ilumina la cabeza y revoluciona el discurso. Es una corriente que se ha recogido históricamente", sintetiza Pacheco.
"A lo largo de más de 2 mil años, pocas veces se ha visto una iglesia tan reacia a debatir cuestiones fundamentales como el aborto, el matrimonio igualitario o los abusos sexuales perpetrados por los sacerdotes. Esto da cuenta de la forma en que actúan las congregaciones religiosas en la práctica respecto a su llamado original. En este caso una iglesia eclesiocéntrica, cuyo único dogma parece ser una cultura de la curia", expresa Pacheco.
Con todo, el teólogo y el sociólogo advierten ante un fenómeno que acompaña al santo Padre como una sordina en sus paradas mundiales. Anticipan la estrategia mediática que silencia mensajes incómodos de justicia social, inclusión e interpretaciones con las que, coincidentemente, ni la derecha empresarial ni las izquierdas de gobierno suelen comulgar. "El discurso social del papa será invisibilizado por la iglesia que resaltará al máximo el espíritu religioso de este hito. Se hablará de la paz, de la comunión necesaria en las bases de la iglesia y se empatizará con las secciones políticas afines. Pero dudo que haya una interpelación a la institucionalidad chilena", asegura.
Al respecto, Álvaro Ramis recuerda el engaño con que Augusto Pinochet logró asomar a Juan Pablo II al balcón de La Moneda en 1987 sorprendiéndolo al correr las cortinas del ventanal frente a miles de peregrinos. El truco le dio al dictador una postal política para jugar, de civil, como un cristiano validado por un papa anticomunista. "En aquel entonces a todos les sirvió la visita del papa. La iglesia obtuvo la visibilidad mediática que necesitaba para difundir su trabajo en DDHH, pero hoy esta visita no le acomoda ni a la derecha ni a la izquierda", cree el académico. "Por un lado, Francisco se ha manifestado históricamente muy crítico con el sistema capitalista mientras que para la izquierda chilena gravita como un legitimador de la tradición moral, patriarcal, conservadora y tradicional. Es quien no intervino en la polémica designación del obispo de Osorno, Juan Barros y no haber enfrentado con claridad a los abusadores sexuales dentro de la iglesia", denuncia Ramis. Probablemente el único interesado en su visita, es el gobierno de Bachelet que podrá dialogar con Bergoglio en términos de los temas en los que tienen diferencias, pero también sintonía, explica. "De todas maneras será una ventaja tener esta visita internacional antes del cambio de mando el próximo mes de marzo, el máximo líder de la institución con la que el gobierno mantiene una alianza espuria al igual que los grupos conservadores de derecha. Llegó el momento de ver si el papa puede salirse de este protocolo", especula el docente de la Universidad Alberto Hurtado.