Por Daniela López y Javier Paredes La ex candidata del Frente Amplio, recibió a Cariño Malo en el living de su casa para contarnos que pensó guardarse un semestre en su casa. En cambio, dice que la tomó la ola feminista. "Y no me quedé en la casa". Durante la conversación, se nos muestra al mismo tiempo como la afable compañera de conversación radial, y como la imponente dirigenta política en la que se ha convertido encabezando el Frente Amplio. Desde allí reflexiona sobre el rol de su conglomerado político: "Tenemos que definir nosotros, qué tipo de oposición somos. No que nos vengan a decir", "ser oposición no es repetir lo que dice la Concertación cuando no está en el Gobierno", advierte. Agrega "No queremos usar su lugar, sino construir otra forma de hacer política". Y sentencia "Me da la impresión que a la NM sólo le queda el rótulo". ¿Qué diferencias ves entre el Frente Amplio 2017 y su versión 2018, ahora bajo la ola feminista? Lo que hicimos en el debut del FA fue para instalarnos definitivamente en la política chilena. No esperar el momento preciso, porque se puede esperar para siempre. El propósito de las candidaturas y la campaña, de consensuar ideas hizo que el FA apurara su nacimiento. Me parece que todo ese año estuvimos a la altura, porque cuando hay un conglomerado diverso, donde conviven partidos y movimientos que definen un mínimo común, hace que el desgaste sea mayor. No había garantía de que el FA hubiese sobrevivido. Para todos era importante mantener la cohesión, sin tener certeza del resultado y pudimos resistir a la presión. Hay que sincerar, además, que las encuestas no pueden medir lo que ocurre en la ciudadanía. Pasando a 2018 y con un buen resultado obtenido, ahora toca la responsabilidad. Esa es la palabra que me resuena. No hicimos promesas en vano. En la calle siempre aclaré que todo esto tomaría tiempo y no será de la noche a la mañana. Y la gente no espera eso. Espera ser escuchada y entiende que en este país es complejo cualquier proyecto de cambio. En la presidencial, el FA tuvo un buen resultado, pero también en parlamentarias y Cores. Ahí tenemos una responsabilidad. Nos armamos en 2017 y ahora tenemos la responsabilidad, eso hay que mantenerlo siempre en la cabeza. ¿Y cuál es el diálogo entre el FA y el movimiento feminista? Tu candidatura fue desde un comienzo, feminista. Creo que hay mucha sintonía. No fue casualidad declararme a mi y al gobierno que queríamos tener, feminista, junto con varias organizaciones y militantes del FA. Estas cosas no son aisladas. Fue todo un tema definir dentro del equipo si usaríamos la palabra o no, porque implica una afirmación política muy definida. Rápidamente descartamos la idea de que seríamos un gobierno de mujeres, y nos declaramos feministas. Pero también tiene que ver con un trabajo previo desarrollado por militantes feministas y, por tanto, se trataba de algo que el FA ya es o persigue ser. Porque no tenemos las cosas resueltas. La duda es parte de un conglomerado político y social. Bueno, con Dani nos hemos encontrado en muchos foros y aparece en las conversaciones nuestra propuesta de gobierno feminista, pero también la invitación al trabajo porque se reconoce la pega previa. De lo que más me motivó del FA y de participar de la candidatura, fue definir las cuestiones colectivamente. No hay intención de apropiarse de un movimiento, sino que hay sintonía y capacidad de trabajar en conjunto. Y buscamos la conexión con la sociedad, que es la que hoy está organizada, que tampoco es toda la sociedad todavía, es una pena. Las encuestas no leían la sociedad, pero quien se declaraba feminista, sí lo estaba haciendo, porque leía un malestar que se estaba acumulando en la sociedad. Pregunto porque esta ola irrumpe bajo un gobierno de derecha y en un escenario muy conservador. ¿Cómo miras esta Derecha que tuvo que paralizar su agenda e incorporar dentro de sus preocupaciones una "agenda mujer" e incorporar demandas sociales como el fin del CAE y sacar a los bancos del crédito universitario? El 2011, cuando empezaron los movimientos estudiantiles la educación no formaba parte de la agenda de Piñera. Pero irrumpe el movimiento estudiantil. No me voy a olvidar de una entrevista que hacían en un programa político al ex ministro de Hacienda y actual ministro de Hacienda, Felipe Larraín. Habían ocurrido no más de dos marchas grandes y ya el movimiento estudiantil expresaba algo más que su particularidad, sino un acogotamiento de la sociedad. Larraín subrayaba que nos estaba yendo bien, que las cifras estaban en orden, muy armado, tipo ministro de Hacienda. Y uno de los periodistas le pregunta, bueno, si las cosas están tan bien... ¿por qué hay tanta gente marchando en la calle? Al ministro se le desfigura la cara y le sale de la guata, no entiendo por qué. En ese momento me dije chuta, este Gobierno no entiende nada. Yo me preguntaba ahora ¿qué le va a estallar en la cara a Piñera? Porque el Gobierno se instala muy confiado de sí mismo, con una importante votación. Pero no puede olvidar lo que pasó en primera vuelta, si es el mismo país. No hay que olvidar que en Chile la mitad del país no vota. Este es un Chile que no rehuye de los cambios. El Presidente llegó con mucha fuerza y ya nadie se acuerda mucho de las cinco mesas de acuerdo que instaló inicialmente. Cuando surge el movimiento feminista, no había nada para responder y se le arrancó la agenda. Y se comienza a desdibujar. El país no es ese de la segunda vuelta, sino mucho más grande y diverso. La oposición se ve muy disgregada. Por un lado la Nueva Mayoría ya no funciona como tal, por otro lado el Frente Amplio tampoco lo logra. Y todo ello es la oposición ¿Desde dónde surge un nuevo proyecto de transformaciones? Es importante definirnos como nos queremos definir. Hoy somos circunstancialmente oposición. Pero somos un proyecto político. Y eso es más que una oposición. Y tenemos que definir nosotros, qué tipo de oposición somos. No que nos vengan a decir. Ya vemos que desde otros actores políticos nos empiezan a recetar el supuesto comportamiento que debe tener una oposición. Momentito les digo yo. Es como lo que nos pasa a las mujeres, que nos intentan enseñar cómo ser dirigentas. Ser oposición no es repetir lo que dice la Concertación cuando no está en el Gobierno. No queremos usar su lugar, sino construir otra forma de hacer política. No transformarnos en una máquina electoral. No tenemos todas las respuestas, pero tenemos que definir qué queremos. Es muy notorio que la NM está muy desperdigada. En los medios se habla de cada partido por separado. La DC se mira a sí misma, el PS quiere ser una oposición dura y no entiende a quien no toma la misma opción. No sabemos qué pasará con la NM ¿siguen siendo un conglomerado? Me da la impresión de que no y solo queda el rótulo. Los medios y la conversación política, los analistas, etc. todavía tienen la lógica binominal instalada. Entonces, la oposición es una sola a sus ojos. Y chile está cambiando, cambió el mapa política, el FA desordenó ese binominalidad. Yo solo pido un tiempo, porque estas confusiones me parecen lógicas. Me parece una buena señal haber llegado al acuerdo de acusar constitucionalmente al Ministro de Salud. Acá actuamos por convicción, sin perjuicio de que nos podía ir mal. Estamos encontrando nuestra forma. Yo misma tengo todavía instalado el binominal. ¿Cuáles son los desafíos FA ante la ola feminista? Estamos viendo a ministros de Piñera declarándose feministas. Así es muy fácil. El FA tiene ese desafío, y no lo tiene resuelto. En una entrevista, analizábamos el rol de la iglesia, a propósito de las denuncias de abusos y la iniciativa de investigaciones del papa. La iglesia es de las instituciones más patriarcales, cerradas y machistas que puede haber. No es casual que la decadencia de la iglesia coincida con el movimiento feminista. La Iglesia en un momento era el valor moral de una sociedad. Hoy, ese lugar lo ocupa el feminismo, porque es lo único que hoy instala cómo podemos tener una sociedad más igualitaria, con otros derechos, etc. El feminismo tiene que ver con participación más profunda. Otro entendimiento del poder. Otras estructuras. No es solo la oferta, sino cómo elaboramos la oferta. Por eso se trata no solo de declararse feminista, sino de ir más allá. Participas junto a Nelly Richard, Diamela Eltit, Orietta Fuenzalida, Camila Rojas, Pierina Ferretti, Camila Miranda, Daniela López, Natalia Corrales, etc. de los Diálogos Feministas convocados por la Fundacion Nodo XXI ¿Qué se puede contar? Parto con una anécdota que permite valorar el espacio. Recuerdo que en mi pega, de antes, no participaba en organizaciones políticas, pero sí era una activista por el aborto libre. Bueno, me pasó que en el ejercicio de mi profesión, mientras me situaba políticamente iba construyendo un discurso personal pero también público. Ahí me dije: la política se hace en todas partes. Cuando te dicen no mira es que soy apolítico, no es cierto. Una tiene una conversación íntima respecto de lo que te pasa como mujer en tu desarrollo, en el encuentro con otras mujeres, en coincidir en cuando una dice oye, me parece injusto esto; no debería ser así; deberíamos presionar, etc. La gracia de los diálogos convocados por Nodo, es que somos distintas. Venimos de áreas distintas y nos hemos formado en el feminismo de formas distintas. Cuando peleamos por nuestros derechos y lo hacemos políticamente es en todas partes y todas las áreas. Hay personas que saben mucho de feminismo y otras que que también saben mucho pero por su experiencia. En estos diálogos no están en competencia, sino en sintonía. eso me seduce. Con la movilización feminista estaba en una actitud de aprovechemos, corramos al máximo el cerco. Pero con esa insistencia uno pierde de vista lo ganado y queda el el sinsabor maximalista de lo no ganado. Y hay que reconocer lo ganado, hay que declararlo públicamente. Hoy se habla de feminismo. El Presidente habla de feminismo, los medios de comunicación, los matinales. Eso es algo ganado. Me gustan los diálogos de Nodo XXI porque en este país no nos encontramos. Está la academia cerrada en sí misma, las organizaciones sociales muchas veces también. Este es un lugar de encuentro en el que, espontáneamente, no nos encontraríamos. Eso tiene una riqueza y lo posibilita el feminismo. ¿Qué pasa con la Bea del futuro? Pasé de estar detrás del micrófono a la campaña sin tener en el mapa todo lo que eso significa. Y eso solo se puede saber después de la candidatura, porque ésta tiene sus tiempos. Yo me acuerdo que decía ya, la candidatura es de tal a tal fecha. La Kena Lorenzini, que la quiero mucho y es mi amiga, cuando recién hablé con ella y le dije ya voy a aceptar, ella me dijo ya, son 56 semanas, las tengo contadas, una cosa así. Me llevó totalmente engañada, jaja. Había un norte y la verdad es que una aunque quiera hacer proyección, no se sabe lo que pasa y lo que se ha provocado, hasta conocer los resultados, es imposible hacerlo antes. Después de la campaña tenía ganas de quedarme un semestre encerrada en la casa, bajarme de la pelota, de la exposición pública. Porque hay que masticar el proceso. Porque las cosas a una le tienen que hacer sentido, y sobre lo que viene... es algo que quería pensar. Hay que pensar, conversar. No estar todo el rato en la exposición. Pero hay momentos y momentos y ocurrió la explosión feminista y... ¿cómo se va a quedar una abajo? Hay una parte de la política que es en los medios, y cómo desconsiderarla, pero hay otra también que es más de base, de articulación. Esa me gusta. Pero es muy pronto para decidir sobre el futuro. Dar este paso de salir de mi comodidad de periodista, es para poder apoyar en lo que una cree. Porque nosotras tres en esta mesa creemos en algo más grande que nos mueve. Eso no se detiene nunca. Hoy estoy en la ola feminista. Y no me quedé en la casa.