Canal 7 no es el Canal Nacional

Domingo, 22 de julio de 2018 a las 23:06
Por DR. Avelino Jiménez Domínguez. Psiquiatra  Modelo Neoliberal y medios de comunicación Lo negativo del Modelo Neoliberal, sabemos que hay aspectos positivos, sería el exitismo económico –no el éxito económico-, el productivismo -no la productividad-el consumismo -no la capacidad de consumir-, y el torbellino de activismo, -que no es lo mismo que actividad-, todo lo cual llega a un dinamismo febril, compulsivo, y sectario, que está arrasando, saqueando, al planeta. El típico autoritarismo nihilista humano, sobre la naturaleza: crisis del agua, calentamiento global, escasez energética. Los medios de comunicación secuestran a la comunidad, la sugestionan, manipulando su característica “psicología de masas” adiestrándola, sin alternativa prácticamente al modelo, al que mantienen y aseguran. Lo que está ligado a que los medios de comunicación principales y determinantes, son instrumentos de grupos o sectores poderosos minoritarios. Internet es diferente, lo que da para creerlo un antídoto; ya que, alguien con acceso a él podría crear acciones sociales independientes, hay ejemplos que los tenemos ante nuestros ojos en las movilizaciones sociales que se construyen gracias a las redes sociales que operan rápida y plásticamente. El poder, la capacidad de hacer no es algo malo en sí, también es un hecho que la elite más poderosa de las sociedades tiende a comandar y gobernar la convivencia del resto, es natural, no diré inevitable. Pero, en el Modelo Neoliberal, esta acumulación de poder en las elites encuentra en los medios de comunicación, su varita mágica, para configurar a las multitudes, -a esta altura más que la educación formal-, en conceptos, valores y creencias de la identidad del sistema. Los medios de comunicación, cultivan la  identificación masiva con los valores y creencias del modelo, poniéndose al servicio del productivismo, consumismo, y de su sentido último el éxito material “sectario”. Cualquier manifestación, contenido, tema diferente o disfuncional es excluido y marginado o es reprimido; en la práctica es como si no existiera. Los canales de televisión, incluyendo el Canal Nacional de Televisión, autofinanciados, tienen que seguir la regla de oro del modelo que es la competencia económica, el poder del más fuerte. Algunos piensan que en el estado actual no existe competencia genuina, por tanto ni siquiera habría sistema capitalista, sería una perversión del capitalismo. Autofinanciamiento, que los obliga a, como condición si ne qua non, captar la atención de las personas, manipulando los sentimientos más fáciles, básicos y más intensos, de su audiencia cautiva.  Aquellos sentimientos a los que recurren los medios lo conocemos de sobra: violencia, sexualidad, hedonismo etc. No como valores en sí mismos, que tienen también su importancia y su verdad, sino para amarrar la audiencia y dejarla maniatada en manos de la programación que los esculpe, a ese condicionamiento que los va a obligar a comprometerse con el productivismo y consumismo propio del modelo, de su estilo de vida, en una versión, claro está, última generación y todo, pero no seamos ingenuos: de la misma “ley de la selva” de hace miles de años atrás. Los medios de comunicación, en su lado negativo del que estamos hablando, manipulan las emociones a través de profesionales del conocimiento, de la conducta y la psicología, utilizando el avisaje, la publicidad. Los cantos de sirena infalibles de los medios de comunicación, se apropian y dominan la voluntad de las personas, para que se hagan funcionales a la finalidad del modelo, al exitismo y el poder económico, y así pueda rodar la mecánica que lo sostiene. El corolario de esta reflexión sería: si los medios de comunicación son exclusivamente autofinanciados, llevan a las fauces de los capitales, el producto de las mentes adiestradas de la comunidad, y no podemos crear una vida distinta. Canal Nacional Cultural y Social de Televisión En una dimensión política realista, concreta, sería bueno crear, lo antes posible, un Canal Nacional Cultural y Social de Televisión, que no es el Canal 7 de hoy; el que no ha sido, y quizás ya no fue no más, porque también tiene que autofinanciarse. Me refiero a un Canal Nacional Cultural y Social financiado por presupuesto estatal, que exprese a la población y atienda sus necesidades. Canal Nacional Cultural y Social cuyos contenidos cultiven un desarrollo integral de la comunidad, sin los condicionamientos forzados característicos del neoliberalismo. No estaría tanto en contra del modelo si no estuviera obligado a él. Canal Nacional, Cultural y Social en el que sus contenidos y programas no dependan del rating, como algo principal, es obvio. Quien no se interesara por un programa vería cualquier otro canal, como ahora. En el que una audiencia baja, hablando de la televisión, no sería objeción para decir que no está funcionando bien, ya que lo esencial es ofrecer contenidos distintos, enriquecedores, independientes del productivismo, consumismo y la acumulación de riqueza material como sentido principal de la vida social. ¿Acaso en los colegios vamos a someter a rating de los alumnos matemáticas, física, filosofía, historia y si no les gustan los eliminamos? Un canal nacional y social sin noticieros por obligación, periodistas alineados por necesidad, programas que duran un día, sin el acoso y la grosería de los avisos económicos, sin la dictadura del rating veleidoso, ni ritmos acelerados, boyerismo sentimental, ni toda aquella carga patógena conocida, exaltada y fome. Pero con las manifestaciones auténticas de la comunidad, amplias, profundas, reales, de aquellos que están a cargo o se desempeñan en las instituciones, los ministerios, universidades, o de la vida común de todos que es mucho más rica, amplia, y variada: deportes, teatro, baile, debates políticos no excluyentes, postulación tipo similar fondart, diversión, educación, historia, sensualidad, política, ciencias. A ritmo normal, sin el aceleramiento de los ambiciosos, neuróticos o explotadores. Un Canal Nacional Cultural y Social donde las autoridades no sean invitadas para humillarlas, cuestionarlas, fragmentarles el discurso, disociarlas, en el que no se haga ofrenda de la sangre de cualquiera “en vivo” a una audiencia eufórica, mientras el aviso, anfitrión en las sombras, da las ordenes post hipnóticas que distinguen al modelo. Estamos diciendo basta, cambiemos el funcionamiento de los medios de comunicación, un Canal Nacional Cultural y Social de Televisión, que termine el frustrado funcionamiento comercial exclusivo de los medios de comunicación, la equivocada decisión de entregar la responsabilidad de los contenidos al mero mercado, porque la comunicación alimenta día a día a las personas en sociedad. Una especie de Canal Nacional Cultural y Social, con un marco normativo que lo encauce en una actividad transparente, que muestre la naturaleza del alma social y la estimule a crecer.
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