Hace algunos días, el joven de 17 años que cayó al río Mapocho dejó un estremecedor relato de lo ocurrido. Esto fue en medio de una manifestación, en octubre pasado, por lo que dio su versión de los hechos por primera vez en la Brigada de Derechos Humanos de la Policía de Investigaciones (PDI). Se sabe que llegó acompañado de su madre a la diligencia, lugar donde no se guardó nada.
"Había una manifestación en ese lugar. Me separé de mis amigos y me quedé solo, me gusta andar así. Los carabineros empezaron a reprimir. No dejaron que la gente se reuniera en Plaza Italia. Cuando digo que comenzaron a hacer lo mismo es que lanzaron agua con el ‘guanaco’ (carro lanzaagua) y lacrimógenas", comenzó explicando.
Asimismo, sumó: "Arranqué a calle Pío Nono y de ahí hasta el Parque Forestal, donde hicieron una encerrona y volví a arrancar hacia Pío Nono, cuando de repente sentí un empujón mientras corría por la vereda poniente. En este punto vi que el ‘guanaco’ comenzó a avanzar y tras él había un piquete de Carabineros que los vi corriendo".
Un momento inolvidable
"Además de mí, corrió más gente. Yo iba arrancando cuando sentí que me agarran desde atrás con ambas manos por sobre mi mochila, a la altura de mis costillas, debajo de mis axilas. Sentí un empujón que me levantó y choqué con la baranda poniente del puente Pío Nono", destacó el joven que cayó al río Mapocho.
"Desperté en una camilla abajo del puente. Quise levantarme y no pude porque un rescatista me dijo que no. Yo quería levantarme, pero me di cuenta de todo lo que me pasaba. Estaba tapado de sangre en la cabeza y las muñecas con cartón, ya que me estabilizaron para no poder moverlas", sostuvo también.
Ya con un traumatismo encéfalocraneano diagnosticado, el joven aseveró que "pude ver a mi mamá, le dije que la extrañaba y le pedí que no me dejara solo". "Psicológicamente no me siento bien. Al principio quise recuperarme, pero luego comencé a darme cuenta de lo que me pasó. Lloraba todas las noches, no paraba de llorar, no salía de mi pieza ni para comer", enfatizó.
"Nunca he sido una persona con achaques, pero esto me cambió totalmente. Hay gente que lo dice como broma, pero a mí me afecta demasiado. No saben el daño que le causan a uno esos comentarios. No puedo jugar a la pelota, no puedo andar en bicicleta. Las manos las puedo mover, pero hacer un mal movimiento me podría afectar demasiado. Solo puedo hacer cosas livianas", cerró el joven.