El sangramiento del modelo

Jueves, 29 de abril de 2021 a las 21:41

Ignacio Pinto Davison. Estudiante Ingeniería Comercial. Finis Terrae

Si con el estallido social de octubre, el modelo socioeconómico neoliberal ya mostraba su  frágil validación ante la sociedad y sus componentes, siendo deslegitimado por un franco  cuestionamiento a la profundización de la desigualdad; al abuso sistemático y consciente  de conglomerados económicos, nacidos en dictadura y perpetuados en democracia; a la  predominante división de dos “CHILES”, entre privilegiados y excluidos, convirtiéndose  como punto neurálgico Plaza Dignidad, rebautizada así por el clamor popular, icono de una  barrera social que divide nuestra nación.  

Sin duda, que el modelo quedó en entredicho tras el enfado generalizado de la población,  por estas razones y otras que podría seguir enumerando. Sin embargo, al sistema neoliberal  solo le salieron rasmilladuras, manteniéndose aún en pie. El gobierno de Sebastián Piñera,  a pesar de estar en varios momentos contra las cuerdas debido a la tensión política e  institucional, logró sortear una crisis social de envergaduras incalculables y zafar de su  responsabilidad en la mutilación de cientos de chilenos, demostrando la impunidad en la  violación de los derechos humanos, transformándose en un mero espectador y  administrador del Estado.  

De todos modos, la tensión política se encausó en una salida progresiva y pactada mediante  la institucionalidad heredada por el golpe militar. El eslogan de la nueva constitución y la  liberación de la participación de la sociedad le dio un respiro al neoliberalismo. Pero nadie  esperaba que una crisis sanitaria, que ha durado ya más de un año, traería consigo  repercusiones económicas y sociales, y que comenzaría por desmantelar el experimento  neoliberal impuesto por los Chicagos Boys y su hijo ilustre Joaquín Lavín.  

Primero, ese Chile dividido en dos, se tuvo que unificar en un sistema sanitario, creando un  sistema centralizado de camas UCI entre privados y el sector público. No obstante, esto no  fue lo que conllevó a que el modelo comenzara a sangrar, sino que fueron los pilares del  sistema los que se vieron afectados, fueron los retiros de las AFP, los que, en cada retiro,  apuñalaron al sistema para que se desangre sobre sus propios principios. Ya era poco  comprensible escuchar a la derecha ortodoxa y defensora del libre mercado, intensificar sus  argumentos a favor de un aporte estatal para la superación de la crisis económica y la  complicada situación que implica las cuarentenas, defendiendo así un rol del Estado más  preponderante en medio de la crisis. Es esta contradicción lo que llevó a el gobierno y a su  séquito; a perder la hoja de ruta en la resolución de la crisis. Defender las AFP o defender  los principios neoliberales, fue su primera disputa interna. Por esto, con la intención de  darle un RCP al neoliberalismo y perpetuar el sistema privado, confiaron ciegamente en que  el Tribunal Constitucional fuera quien defendiera el modelo, sin embargo, ni siquiera la  institucionalidad creada por Jaime Guzmán logró evitar que el modelo se desangre. 

En definitiva, el retiro de las AFP significó que la crisis económica fuera costeada por cada  individuo, retirando sus ahorros previsionales para invertirlos hoy en día. Si bien la lógica  descansa en los principios neoliberales y Von Hayek estaría orgulloso de cómo se ha  sorteado esta crisis, no obstante, estas rasgaduras al sistema corresponden a su camino de  servidumbre que transita el modelo económico actual, propiciado por supuesto; por sí  mismo.  

Es el tercer retiro, la herida que más sangre, salpicará sobre el patio de los naranjos en La  Moneda, es gracias a la resolución del Tribunal Constitucional, que sin duda demostró su  rol político y no jurídico, el que abrió el cerrojo y dejó la puerta abierta para un cuarto,  quinto y posiblemente para muchos más retiros en el futuro, llevando al neoliberalismo,  inevitablemente, a su propia liquidación desfinanciando así el sistema de ahorro de privado,  y desplazándolo como un único sistema de pensiones. El desfinanciamiento de los entes  privados y de las cuentas individuales, impedirá que los negocios de pocos sean financiados  por muchos, obligando así a una reforma en las pensiones futuras, donde el Estado ya no  será un mero espectador en la danza de los privados, sino que adquiriendo un rol protagónico en la pensión de todos los chilenos.  

Es el inicio del fin, es el desmantelamiento del modelo neoliberal, mantelado por los  enclaves autoritarios, esta vez sin un candado, será el mismo sistema y su lógica, la que  terminará por sepultarlo.  

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