Este fin de semana, el periodista Daniel Matamala abordó en su columna de La Tercera el proyecto minero y portuario Dominga, el cual se ha tomado la agenda noticiosa.
Tras recordar lo ocurrido en Puchuncaví, Quintero y Ventanas, localidades que se convirtieron en "zonas de sacrificio" humano y ambiental de Chile desde la década del 50, el comunicador recalcó que "el prometido progreso fue devastación, enfermedad y pobreza".
"Organizaciones ambientales alertan un efecto devastador sobre un ecosistema único, que alberga, entre otras maravillas, al 80% de la población del pingüino de Humboldt. Andes Iron (la empresa encargada del proyecto) responde que el puerto estará a 30 kilómetros de la reserva, y que se han tomado todas las medidas de mitigación. Pero, como siempre, la trama de intereses en conflicto va mucho más allá de los informes técnicos o de la manoseada 'institucionalidad'", expuso.
"En 2010, el comité regional de Coquimbo aprobó la termoeléctrica Barrancones, que amenazaba el mismo santuario ecológico. Dos días después, el presidente Piñera, mediante un telefonazo a los dueños de la empresa, puso fin al proyecto. 'Me siento feliz de poder preservar un santuario de la naturaleza que he podido disfrutar con mis propios ojos', dijo entonces Piñera. Lo que no dijo, es que su familia era una de las principales accionistas del proyecto Dominga, que competía con Barrancones por instalarse en esa misma área", detalló.
"El vínculo sólo fue revelado siete años después por una investigación de radio Bío Bío. Para entonces, la familia presidencial ya había vendido sus acciones, y el proyecto estaba en manos de su íntimo amigo, dueño de Penta y condenado a clases de ética por delitos tributarios, Carlos Alberto “Choclo” Délano", agregó Matamala.
Y al mencionar lo ocurrido en el primer mandato de Sebastián Piñera y en el segundo de Michelle Bachelet, el periodista continuó: "Al volver Piñera a La Moneda, Andes Iron salió con su domingo siete".
Finalmente, sobre las declaraciones del gerente de Andes Iron, quien dijo que el pingüino de Humboldt "va a desaparecer" con o sin el proyecto, Matamala concluyó: "Siempre hay que 'aceptar algunos sacrificios'. Y esos sacrificios los suelen pagar el ecosistema y las comunidades que viven en él. Eso nos han dicho tantas veces, 'el precio del progreso'".