Romina Onel, periodista y magister en Comunicación Política.
Esta semana se formó una gran polémica a raíz del portazo que el Gobierno de Gabriel Boric le dio al quinto retiro de fondos previsionales. Y lo cierto es que el Presidente tiene razón, porque la idea de los retiros siempre fue pan para hoy y hambre para mañana, dejando a las y los trabajadores de Chile sin ahorros para el futuro.
Sumado a esto, es innegable que entre el Ingreso Familiar de Emergencia y los retiros de fondos de pensiones, se contribuyó a aumentar la inflación que hoy nos ahorca.
Sin embargo, no se puede desconocer la necesidad del pueblo tras años de abuso y pensiones de miseria, situación que gracias a la pandemia ha llegado a un punto de quiebre.
Por eso, aunque no se puede dejar de entender la presión social que hoy ejerce el pueblo para que se apruebe el quinto retiro, también se debe comprender que este fenómeno responde a la ilegitimidad que rodea a la génesis de las Administradores de Fondos de Pensiones y el ahorro forzoso que nos imponen, y cuya solución, pasa por una reforma mucho más profunda que un futuro retiro de fondos.
Porque es bien sabido que las AFPs son una de las piedras angulares de la dictadura de Pinochet, y que más que un sistema previsional, son un sistema de inversiones para los grandes empresarios.
Aunque el Gobierno ha propuesto una alternativa que estipula que solo podrían hacer retiros los deudores de pensiones alimenticias, o las personas con deudas arrastradas por servicios básicos, subsidios DS1 y DS59 de las viviendas sociales y quienes tengan deudas bancarias por créditos hipotecarios, es justamente por esto último que el famoso proyecto de “retiro acotado” cae tan mal.
Esto se debe a que no solo queda la sensación de que la banca nunca pierde, si no de que nuevamente serán otros quienes decidan por el pueblo. Un pueblo que ya está cansado de ser maltratado, subestimado y que al fin de cuentas, sigue sin ser dueño de sus propios ahorros.
Y si bien se entiende que con esta medida el Gobierno busca frenar la inflación, impidiendo que las personas se gasten este ansiado dinero en otros menesteres, también es importante recordar que la gran mayoría de los trabajadores usó sus retiros para pagar deudas o invertir en pequeños negocios para sustentarse durante la crisis sanitaria.
En este escenario se hace imperativo que el Gobierno se de cuenta de que las trabajadoras y los trabajadores no pueden seguir financiando esta crisis, ha llegado el momento de que se le ponga un alto a la especulación y al enriquecimiento desmedido y desvergonzado de unos pocos, los que además no hicieron más que aumentar su riqueza durante la pandemia.
La solución no está en dar retiros a medias, ni más IFEs, lo que necesitamos es que se regulen los precios y se pare de una buena vez con esta alza descarnada, que se aplique un impuesto diferido para que paguemos un iva menor por los productos de primera necesidad y así se deje de castigar a los estratos más vulnerables.
Necesitamos que se aumente el sueldo mínimo hasta que sea un ingreso digno, que se disminuyan las horas de trabajo para que los empresarios tengan que contratar a más personas, sumado a una inyección de recursos para las pequeñas y medianas empresas para que puedan sustentar esta contratación y así se incentive el aumento del empleo.
Pero sobre todo, necesitamos que el Presidente nos dé una señal, que honre su promesa de campaña, que termine con las AFPs y cree un sistema de seguridad social de reparto solidario, en el que el Estado y los más ricos contribuyan más, que sea público y que entregue pensiones dignas a todas y todos.
Solo de esta manera se dará una solución concreta a esta problemática que tiene tantas aristas, pero además se derrotará a una de las peores herencias de la dictadura, y esa es la creencia de que la única manera de salvarse, es solo.-