Lo que comenzó como una escapada de placer por el Caribe terminó convirtiéndose en una pesadilla digna de una película... y así lo entendió Netflix, que acaba de estrenar "Fiasco total: El crucero de la caca". La serie documental revive uno de los episodios más insólitos en la historia reciente de los viajes en alta mar: el accidente del Carnival Triumph en 2013, donde más de 4.000 pasajeros quedaron atrapados en condiciones inhumanas durante varios días.
El relato del documental disponible en Netflix relata que el viaje partió el 7 de febrero desde Texas con destino a México, pero una falla repentina lo cambió todo. En la madrugada del tercer día, un incendio en la sala de máquinas dejó al inmenso crucero sin propulsión ni electricidad. A unas 150 millas de la costa de Yucatán, la embarcación quedó completamente a la deriva, empujada por las corrientes y sin posibilidades de regresar por sus propios medios.
Sin energía, aire acondicionado ni agua corriente, el barco rápidamente se volvió inhabitable. Los baños dejaron de funcionar y los desechos humanos comenzaron a inundar pasillos, camarotes y zonas comunes. Los testimonios en el documental dan cuenta de escenas surrealistas: pasajeros construyendo letrinas improvisadas con tachos de basura y bolsas plásticas, todo en medio de un hedor penetrante que hacía imposible respirar con normalidad.
Mientras esperaban ser rescatados, las condiciones a bordo empeoraban cada hora. Recién después del cuarto día, el Carnival Triumph fue remolcado hasta el puerto de Mobile, en Alabama. Las autoridades priorizaron la atención médica de los casos más urgentes, mientras los demás pasajeros descendían marcados por una experiencia traumática que, como reconocen varios en la serie, no olvidarán jamás.
Una historia basada en hechos reales que sacude Netflix
"Fiasco total: El crucero de la caca" no solo documenta una crisis sanitaria en el mar, sino que también expone fallas estructurales y la falta de preparación ante emergencias. Netflix combina humor ácido, tensión y testimonios reales para retratar una historia que, pese a parecer una parodia, fue completamente real. Como consecuencia del incidente, la compañía operadora del crucero enfrentó cientos de demandas y debió indemnizar a los afectados con sumas que llegaron hasta los 15.000 dólares por persona.