Una inesperada y furibunda reacción se desató desde la Casa Blanca luego de que el presidente Donald Trump arremetiera públicamente contra Israel. La causa de su enojo: los bombardeos ejecutados en Teherán, que contravinieron el anuncio de alto al fuego que el propio mandatario estadounidense había comunicado solo horas antes. Las declaraciones de Trump, cargadas de una inusual aspereza hacia un aliado clave, marcaron su salida rumbo a la cumbre de la OTAN en La Haya.
Desde la escalinata del Air Force One, Donald Trump no ocultó su profunda molestia. "No estoy muy contento con lo que hizo Israel. Hubo un misil que fue disparado después del límite de tiempo. Ahora Israel tiene que calmarse", sentenció con visible irritación. El magnate fue más allá, expresando su descontento con la magnitud de la respuesta israelí: "No me gustó que la respuesta fuese tan fuerte", y añadió que vio "muchas cosas que no me gustaron". Según Trump, la ofensiva israelí se produjo inmediatamente después de que se alcanzara el supuesto acuerdo. "Israel bombardeó enormemente", afirmó, para luego, con su característico estilo, criticar a ambos bandos: "Estoy enojado también con Irán. Ambos países han estado luchando tanto y tan duro que no saben qué mierda están haciendo".
La contundencia de sus palabras no se limitó a la conferencia de prensa. A través de su plataforma Truth Social, el republicano lanzó un ultimátum directo y sin rodeos: "ISRAEL. NO DEJEN CAER ESAS BOMBAS. SI LO HACEN, ES UNA VIOLACIÓN GRAVE. TRAIGAN A SUS PILOTOS A CASA, ¡AHORA!". Este mensaje, escrito en mayúsculas, subrayó la gravedad de la situación y la determinación de Trump de imponer su voluntad en el conflicto, a pesar de las complejidades diplomáticas.
Donald Trump sigue de cerca los bombardeos
El origen del enojo presidencial radica en el fracaso de una tregua efímera entre Israel e Irán, la cual, según Trump, había sido anunciada por él mismo. Sin embargo, Teherán rápidamente negó haber accedido a tal acuerdo. Horas después del supuesto alto al fuego, Israel denunció un nuevo ataque iraní con misiles, lo que provocó una respuesta inmediata y una ofensiva "de alta intensidad" sobre la capital iraní. Este intercambio bélico desbarató cualquier posibilidad de desescalada que el mandatario estadounidense buscaba promover.
Por su parte, el gobierno iraní desmintió categóricamente cualquier acción posterior a la tregua, acusando a Israel de fabricar pretextos para justificar nuevos ataques. Entre los objetivos de la ofensiva israelí se encontró la prisión de Evin, un hecho que generó condenas internacionales, incluyendo un pronunciamiento desde las Naciones Unidas. La escalada de violencia y la discordancia en los relatos entre las partes implicadas subrayan la volatilidad de la región y la dificultad de establecer cualquier tipo de paz duradera, incluso con la intervención de figuras de peso como Donald Trump.
