El brutal asesinato de Krishna Aguilera Yáñez ha destapado una oscura trama de venganza dentro del circuito del narcotráfico de San Bernardo. La joven, que era conocida como una "soldada" del traficante Juan Beltrán Olivares, alias el "Guatón Beltrán", trabajaba en turnos de venta de cocaína, ketamina y pasta base en los bunkers de droga que Beltrán operaba, un ambiente donde ambos se conocieron y mantuvieron una relación sentimental.
El curso de la relación y el negocio cambió drásticamente el pasado 14 de agosto, cuando Beltrán denunció el robo de su vehículo de lujo, un Cupra Formentor 2023, a manos de tres sujetos encapuchados. Sin embargo, el robo no fue un asalto común. Fuentes policiales citadas por un reportaje de Radio Bíobio sostienen que se trató de una "mexicana", término utilizado en el argot criminal para el robo de droga o dinero entre bandas.
Las sospechas de Beltrán recayeron inmediatamente en su círculo íntimo. El reporte policial señala que el narcotraficante sospechó que Krishna Aguilera y otras dos "soldadas" habían filtrado la información que facilitó el atraco. La joven, debido a su pasado como pareja y su rol en las ventas, tenía acceso privilegiado a los movimientos del negocio, lo que la convirtió en el principal blanco de la desconfianza del líder narco.
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La familia de Krishna, temerosa de las represalias, llegó incluso a mudarse. Aunque ella restableció el contacto con Beltrán al no producirse ataques inmediatos, la madrugada del 5 de octubre salió con él a una discoteque en Bellavista, siendo la última vez que se le vio con vida. Cámaras de seguridad captaron a Krishna Aguilera desorientada al salir del local, siendo subida por Beltrán a su auto para dirigirse a San Bernardo, sin que se le viera bajar.
La principal hipótesis de los investigadores apunta a que el crimen fue una venganza directa por la “mexicana”. Esta tesis se refuerza con el hallazgo de una mancha de sangre sin identificar en uno de los bunkers y el hecho de que el dealer habría intentado atacar a otras "soldadas" sospechosas, logrando una de ellas sobrevivir a un ataque a balazos contra su casa. La detención de Beltrán y otros miembros de su banda fue posible gracias al testimonio clave de un panadero, José Montecinos Contreras, quien reveló el lugar donde habían sepultado.