El exdetective José Miguel Vallejo, conocido públicamente como el Inspector Vallejo, compartió sus reflexiones sobre el perturbador caso del farmacéutico Francisco Albornoz, cuyo cuerpo fue hallado en San Fernando, pese a que presuntamente fue asesinado en Ñuñoa. Este hecho ha causado revuelo por los extraños elementos que lo rodean, incluyendo la participación de un chef y un médico extranjero. A pesar de que la Fiscalía ya cuenta con una línea investigativa, Vallejo plantea una lectura más inquietante de los hechos.
Según los antecedentes manejados por la Fiscalía, todo apunta a que el crimen fue premeditado y que el cadáver fue transportado desde Santiago hasta la Región de O’Higgins como parte de un plan elaborado. Sin embargo, para el Inspector Vallejo, hay detalles que no encajan con una escena del crimen “común”, y que abren la puerta a una dinámica mucho más oscura y perversa, difícil de entender desde el sentido común.
“El caso del químico hallado muerto en una quebrada vuelve a poner sobre la mesa la posibilidad de lo que en el mundo policial denominamos una ‘orgía siniestra’”, comentó Vallejo, aludiendo a situaciones donde los límites entre la diversión y el crimen se desdibujan. En su análisis, destaca elementos que elevan las sospechas: el uso de sustancias peligrosas poco habituales, golpes que no se explicarían por una simple caída, y el rol pasivo, o incluso cómplice, de quienes estaban presentes en ese encuentro.
Contundentes palabras del Inspector Vallejo
Más inquietante aún es lo que señala sobre el momento de la muerte. Para el Inspector Vallejo, lo más desconcertante sería que Albornoz haya sido lanzado aún con vida al barranco. “Eso es lo más inentendible”, afirmó, subrayando que si había un médico en la escena, debió haber constatado su estado. Este punto, para el expolicía, eleva la gravedad del caso, pues hablaría de una brutalidad premeditada disfrazada de un juego extremo.
En sus palabras finales, el Inspector no solo condenó la violencia del hecho, sino también el contexto en que podría haberse dado: encuentros clandestinos donde se ocultan identidades, se cruza la perversión con actos criminales y lo macabro se disfraza de entretenimiento. Para él, este tipo de hechos no son tan aislados como se piensa, y reflejan un patrón cada vez más frecuente en reuniones donde el anonimato se impone y la moral queda en segundo plano.