Por Catalina Canales, Gerencia Proyecto Transformación digital de Labs Bci.
En el año 2016 entré a la primera clase de un Máster en Innovación, que estaba compuesto exclusivamente por hombres. Durante seis meses, fuimos yo y una compañera, las únicas 2 mujeres en clases, pero luego -para mi sorpresa-, ella abandonó el curso. Y así fue que durante el último año fui yo la única del curso: en todos los trabajos, en todas las discusiones y en todos los casos, y no puedo negar que mi mirada era diferente a la de mis compañeros, simplemente porque era mujer y ellos... hombres.
El debate por la equidad de género se ha tomado con fuerza la agenda del país, incluso en los espacios donde estamos acostumbrados a que exista mayor representación masculina, como lo es el mundo tecnológico, innovación y de transformación digital en Chile. Y es que, si bien ese mundo ha sido tradicionalmente para hombres, hoy estamos frente a un nuevo escenario, donde la discusión nos abre un espacio para instalar de lleno lo positivo que es el equilibrio de miradas desde lo femenino y lo masculino.
La invitación que nos da el actual escenario es a que nosotras mismas nos demos cuenta que somos capaces de desarrollarnos con éxito en todos los rubros, creernos el cuento y terminar con el estereotipo de que hay espacios exclusivos para uno u otro género. Un paradigma al que nosotras mismas aportamos con nuestros propios prejuicios.
Cuando partí trabajando en el 2010 en la Gerencia de Innovación de Bci también éramos sólo dos mujeres. Pero de eso ha pasado mucho tiempo, hoy en las áreas de Innovación, y Operaciones y Ti del banco está más equilibrada la representatividad de géneros: ya hay de 1.632 mujeres, el 47% de la unidad completa. Es más, en todo Bci, el porcentaje femenino supera el 50% de la dotación.
Factor clave en este punto es el reclutamiento de mujeres por parte de la industria tecnológica, donde los roles de las políticas organizacionales son fundamentales a la hora de romper arquetipos que vienen literalmente del siglo pasado. En el campo de las habilidades intelectuales, no existe evidencia de diferencias en capacidad técnica entre hombres y mujeres, lo que sí existe es complementariedad a través de la creatividad, empatía, intuición, empatía y disposición para el trabajo en equipo.
En ese sentido, es importante que los líderes de todas las empresas, sobre todo del mundo tecnológico, comprendan que es de suma relevancia tener hombres y mujeres en los equipos, y equilibrarlos desde un comienzo.
Estamos en pleno proceso de derribar paradigmas y, por supuesto, eso no se hace de la noche a la mañana, conlleva educar, trabajar conceptos, practicar la inclusión y el valorar las fortalezas de los individuos como uno, independiente del género.