Por Avelino Jiménez
Soy psiquiatra, y trabajé en el Fasic (Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas). En 1992, hice un libro de estudio, que se llama Espejos Quebrados: Psiquiatría Social Dramática, sobre la atención a personas afectadas por la violencia política durante la dictadura. Recién se volvía a un gobierno democrático después de 17 años de dictadura y estaba, justamente, discutiéndose que pasaría con los grupos de acción militar, como es el caso del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) y otros; muchos de cuyos miembros me tocaba conocer. De hecho, el nombre del libro pretende decir qué aporta la psiquiatría en una crisis “automutilativa” de una comunidad. Automutilativa porque se ataca a sí misma, desconoce partes o miembros que la constituyen, los mecanismos de seguridad atacan su propio cuerpo y, luego que esto ha ocurrido se cae en consciencia que la sangre perdida es la de si misma: con la metáfora de que el “otro” visto como enemigo era también parte del “nosotros”.
Revisé ese libro y lo encuentro muy pertinente a lo que pasa ahora con Mauricio Hernández Norambuena, el comandante Ramiro, y quisiera hacer unos comentarios. Estamos en el “mes de la patria”, después de todo.
- El libro empieza justamente transcribiendo una entrevista clínica de un miembro del FPMR, para ilustrar que es “la identidad”. El tema de cambiar la identidad es el corazón de la terapia y el desarrollo social. En, esos años con la caída de los socialismos reales y la llegada de la democracia (formal) en Chile, era el momento justo en que este desafío de un cambio importante se estaba enfrentando. Pero para un porcentaje de los que estuvieron haciendo política con las armas la identidad combatiente es de una intensidad poco común y se presta para inercias inmanejables de seguir en lo mismo.
- En una entrevista de un programa de Chilevisión y otras declaraciones como en el libro: Un paso al frente, Mauricio Hernández dice que el FPMR se proyectó políticamente en la tesis que ganaba el “Sí” por fraude en el plebiscito de 1988, consecuente a la cual se creaban las condiciones para la sublevación del país. También dice que un líder latinoamericano, que no identifica, no compartía aquella tesis y le habría dicho consideren la posibilidad de que gane el “No”, como disuadiéndolo. Mauricio Hernández interpreta lo que vino después como parte de la derrota, debido a que con el triunfo del No el FPMR perdió el horizonte estratégico, reaccionó con acciones que el resto de la izquierda y el país no compartió, ni las entidades que colaboraban desde afuera. Cayó en una especie de desplome y caos.
- Posteriormente deciden seguir en la actividad con actos militares que incluye las ejecuciones, “Campaña de la dignidad Nacional: no a la impunidad”, porque para ellos la llegada de la democracia formal traería la impunidad; no estaban del todo equivocados. Decidieron hacer justicia como acción político militar en casos de figuras destacadas de la dictadura que cometieron abusos intolerables, de lesa humanidad, e iban a quedar impunes. El FPMR fue una respuesta a políticas de exterminio de un sector de la comunidad, diezmada por la dictadura, nace de sentimientos demasiado profundos relacionado a muertes inaceptables de hijos, hermanos, esposos, dirigencias partidarias etc.
- ¿No se parece como dinámica social y política –psicopoliticamente también por supuesto- a lo que ha ocurrido en el mundo y en nuestra historia también?
- Cuando se desarmó el ejército chileno posterior al desastre de Rancagua se vinieron destrozándolo todo antes de irse a Argentina para no dejar ventaja al ejército realista. Y en el periplo que hizo J M Carrera para poder volver a Chile a terminar con la revolución libertaria fue destruyéndose en uno y otro fracaso; hasta participó en varios conflictos locales de Las Provincias Unidas del Río de la Plata, en acciones que fueron calificados de pillaje. Por último, debido a eso fue fusilado. Realmente a nadie le puede quedar claro la dignidad o insensatez o desquiciamiento de ese periodo y de este héroe nacional, de hecho, el Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar lo llamó: “lidercillo, molitarote, aristocratoide”
- Y Manuel Rodríguez en el que se inspira el FPMR para su nombre, algo similar, según de donde se le mire, al final fue asesinado y aún se puede seguir debatiendo si es verdad que la orden de su muerte salió de B O’Higgins. Veamos que pasó con este último, considerado padre de la patria, cómo salió del gobierno, qué tuvo que hacer, donde tuvo que vivir luego de salir del poder.
- Con razón mas de alguien les podría haber aplicado una ley antiterrorista a Carrera y Rodríguez, si hubiera habido. Sin embargo, en el bicentenario se decide colocar J M Carrera en un lugar de privilegio junto a B O’Higgins, reconociendo así que pudo ser comprensible su conducta y el conjunto de hechos poco claros después de la derrota, que fueron repudiados en su época al punto que no se encontró otro castigo proporcional a su comportamiento que la muerte -igual que en este caso: como parte de la derrota dice Mauricio Hernández-. Además de los ejemplos históricos que he citado del país piénsese en Nelson Mandela y José Mujica por ejemplo que también fueron partidarios de la lucha armada y lo que fueron luego.
- Cuando llegó la democracia “formal”, no digo “real” por lo que sabemos: recordemos la sincera afirmación del presidente Patricio Aylwin de la “justicia en medida de lo posible”, había cerca de 425 presos políticos. Jóvenes que tenían quizás 5 o más años presos, dependiendo de cada caso, habían sido detenidos en actos brutales como eran las tácticas usadas, torturados en su mayoría, hombres y mujeres, y los juicios de sus causas no habían respetado los derechos procesales. La mayoría quería hacer otra cosa: estudiar, trabajar, insertarse, ese era su interés, la resistencia armada ya había terminado. Había un entusiasta trabajo en ese sentido, en el ambiente.
- ¿y cual era uno de los obstáculos de importancia? Jaime Guzmán. Él se oponía, calificaba de peligrosos a los presos políticos, quería que se cumpliera la ley, la misma ley que se había aplicado sin ningún respeto y rigor a lo que debía haberse hecho, y uno puede suponer que sabía de sobra de estas irregularidades, casi sin ninguna duda. Me acuerdo de haber pensado con molestia: Jaime guzmán ¿los conocerá (a los presos políticos)? pero cómo los conoce; porque lo que yo veía era que la mayoría quería surgir, retomar una vida normal, hacerse un futuro. Pensé, le gusta jugar con fuego, siendo odioso incluso a esta altura. Tapando la salida cuando se está buscando desarmar a los sectores más radicales, aún cuando no se les había respetado correctamente sus derechos, y se estaba imponiendo impunidad para su sector. Si hasta su madre le dijo a Guzmán en una de sus cartas que estaba arriesgándose a la muerte.
- Luego se hizo conocido públicamente que Jaime Guzmán ayudó a algunas personas a eludir la violencia política de la dictadura: ¡qué bueno! Eso demuestra que no estaba de acuerdo en parte de ese proceso dictatorial, pero no tuvo la valentía de pararse frente a los militares y decir yo me voy, y empezar cara a cara a luchar por el término de esta violencia, no tuvo el valor necesario o la convicción definitiva. Le vasto elegir para callado a quién ayudar y seguir en su rol enorme de aval de ese poder. Esa ambivalencia y acomodo a las circunstancias permitiría perfectamente entender, porqué del mismo modo, luego la concertación, el partido comunista y otros tampoco se pararon ante el FPMR con toda la fuerza necesaria, y hubo ambigüedades y confusiones en el marco de “la justicia en la medida de lo posible”, y quizás hasta en “la oficina”, encargada de terminar con los grupos políticos armados
- Cuidado con lo que se haga en este caso con Mauricio Hernández Norambuena. Estamos ante una persona con una trayectoria militar que puede ser desde cierto ángulo respetada, especialmente en comparación con militares que solo le ha tocado luchar frente a un pizarrón. Hernández habló del sufrimiento subjetivo por sus compañeros que se perdieron en los operativos, destacando lo doloroso que era, y en muchas declaraciones y análisis hace una autocrítica de su accionar desde la perspectiva después del paso de un tiempo, dijo que no pedía libertad, pero que sí pedía que le respetaran sus derechos como a cualquier otro. En Brasil se le aplicó cercan de 10 años un régimen carcelario de excepción extremo que tenía como máximo de aplicación tres años.
- Termino volviendo al libro Espejos Quebrados: Psiquiatría Social Dramática, cuyas observaciones parecen pertinentes a través del tiempo para aplicarse a este episodio del “comandante Ramiro”. De acuerdo con ello, y considerando que él mismo reclamó porque no se le entregan recursos de “rehabilitación” pero sí se le atropellan sus derechos. Chile podría preocuparse de que mientras este cumpliendo la legítima condena esté con el confort y condiciones que se merece todo detenido de acuerdo con la ley. Mauricio Hernández Norambuena es un chileno por el cual el gobierno debe velar, porque su conducta y su dolor es una esquirla del conflicto automutilativo de Chile, no solo su problema.