Un Acuerdo bajo Sospecha Racional

Miércoles, 20 de noviembre de 2019 a las 13:10

Por Sebastián Bastias Arias. Licenciado en Historia. Magister en Ciencias Políticas. Doctor(c) en Filosofía

Quizás una de los conflictos más grandes que se da en el “Acuerdo por la Paz” y la ciudadanía es el haber recurrido, una vez más, a un acuerdo que cuenta con una suerte de auto testigo de fe -de que “ahora sí habrán cambios-” a la institución que presenta los niveles más bajos de credibilidad en Chile. Por un lado, se está apelando a una salida de carácter plebiscitario, pero con reglas del juego que fueron puestas por la misma institución que presenta niveles de credibilidad por el suelo, incluso menores a los que tienen los partidos políticos.  Eso ya es un problema en sí, porque viendo esto de una manera “objetiva” –entendiendo lo complejo de esa palabra en política- , tenemos casi un problema donde la lógica nos señala; el problema no es el mensaje, sino el mensajero. Por otra parte, el mensajero –Congreso- pareciera no saber bien cuál es la “concepción o definición” que se tiene de ellos, volviendo con ello a una suerte de abstracción donde –nuevamente- olvidan que ellos también están en cuestionamiento, y no sólo la Constitución o el Gobierno. 

Podemos utilizar recursos pedagógicos muy simples para explicar a lo que me refiero; desde Pedrito y el Lobo, Nietzsche y su aforismo “No me duele que me hayas traicionado, me duele que jamás podré volver a confiar en ti”, o la gran y hermosa película “Panamá” donde el protagonista no podía volver a confiar en quien amaba -por las mentiras acumuladas- volviendo imposible una confianza posterior a pesar de la buena voluntad y el término de las mentiras; la verdad misma se vuelve sospechosa de “no ser verdad” ahí donde simplemente ya no se confía. Y es que así estamos, con una ciudadanía que tiene la lógica sospecha, basada en la evidencia de los últimos años, que ahí donde están los parlamentarios involucrados “algo más hay”. Si esto no fuera así no tendrían una “apoyo a la gestión del Congreso” de sólo 19 %. ¿Entonces las dudas son racionales? Obvio, si sólo tuviéramos fe, y en contra de la evidencia, ahí sí que la ciudadanía sería irracional en su conducta. Sería pensar como pensaba la pre modernidad, contra la evidencia y acatando lo que la autoridad decía, en cambio la democracia necesita seres reflexivos que saquen conclusiones en libertad a partir de lo “aprendido” y la evidencia.

No es de extrañar, entonces, que el término “cocina” –negociación arreglada entre cuatro paredes- sea hoy un concepto conocido de manera transversal por la población. Y es que la duda ya está sembrada hace mucho tiempo con respecto a la credibilidad de la autoridad,  su moral, y hasta hacen chistes con ella los mismos parlamentarios; como cuando se nombró al diputado Lavin en la Cámara de Diputados y, al estar ausente, su misma bancada estalló en risas. En tiempos de crisis moral de la política; reímos. Ahora esa misma institución, que se ríe de si misma, ofrece las reglas del juego a una población que, como acto absolutamente racional, sospecha de ella. He leído muchos comentarios y análisis donde culpan a quienes sospechan del “acuerdo” de ser violentistas, totalitarios o “hacerle el juego a la extrema derecha”; es lamentable que lo lean de esa forma porque en realidad olvidamos el marco teórico de quienes están dando la solución y determinando “las reglas del juego”, que es donde radica el problema. 

Si del 100% sólo el 19% confía en la institución que está comunicando “la solución”; ¿Cuánta gente confía en “la solución”?, si bien obviamente no es homologable absolutamente en porcentajes podemos imaginar claramente dónde radica el problema ahí donde sólo un 19% confía en ella. Recordemos que si algo ha tenido un apoyo transversal en el mundo político estas últimas semanas es que “en ningún caso” la salida pasa por adelantar elecciones parlamentarias, como lo había sugerido el senador Guillier, respuesta del mundo político que obviamente fue considerada, por la ciudadanía, como un “nuevamente…. “.  La sospecha es racional, lo siento, así es con la “evidencia” en mano, y habrá que despejar todas las dudas, hasta la más mínima con respecto al “Acuerdo” porque cuesta creer en quienes no tienen credibilidad y esa es la lectura que debería hacer el “mundo político” y reconocerlo, no lo han hecho. 

Pero es obvio que va a costar, no culpemos a la ciudadanía de esto, tenemos honorables en quienes se desconfía y simplemente “es así”, y yo considero grave que no puedan ver eso, cuando un 26% de participación y menos credibilidad que la de los partidos políticos o el Tribunal Constitucional prácticamente le está gritando en la cara su desconfianza. Entonces comprendamos que una ciudadanía que sigue sospechando de quienes están tomando tan grandes acuerdos, lo seguirá haciendo, no puede apelar a la confianza una institución de la cual sencillamente se desconfía.  De acuerdo a la encuesta nacional “Termómetro social octubre 2019”, Centro de Microdatos de la U. de Chile, que evaluó a las instituciones y su confianza en una escala de 1 a 10 entre el 29 de octubre y el viernes 1 de noviembre –ya ocurrido el estallido social- dio como resultado que los parlamentarios (2,5) y los partidos políticos (2,4) ocupan los últimos lugares de confianza, incluso tras ministros (2,6) y el presidente mismo (2,8). 

No sé si los 2/3 de quorum son la maravilla de democracia participativa que algunos señalan para una Constitución; tampoco sé si han tomado en consideración los macro- distritos donde, como nos señala la evidencia,  logran sobre representación los partidos políticos que tienen mayor financiamiento -al abarcar más territorio- derrotando a los (las) líderes locales que no pueden hacer ese tipo de campañas tan extensas y costosas. De lo que sí tengo certeza es que se tendrán que transparentar punto por punto “las reglas del juego”, demostrar su accionar y “porqué” en cada una de las decisiones que se tomen en torno a “cómo”, porque resulta que quien está “haciendo las reglas” tiene una fama que le precede. 

Volver a generar confianza es en extremo difícil, ahí donde se ha roto, y es por ello que los mismos parlamentarios deben comprender que deben generar esos nexos reales con la población para volver a “crear” aquello que se ha perdido, y no desacreditar las múltiples dudas y cuestionamientos que puedan existir, es como si insistieran en abstraerse de la desconfianza ya generalizada de la población hacia ellos, y ese, creo, no es el camino. El primer paso es volver a generar confianzas, ¿cómo? Demostrando en hechos, no meras palabras, que “ahora si”, con plena transparencia en cada uno de sus actos y explicando con peras y manzanas –sin omitir nada- qué están haciendo. Lo siento, pero creo que la ciudadanía celebra el mensaje del “acuerdo” pero tiene demasiadas cautelas ya que sospecha en demasía del mensajero, pero parece que éste ni se ha enterado. 

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