Este domingo, se realizó el funeral de Eliana de la Fuente, la madre de Raquel Argandoña, el cual se transmitió de manera online.
Con pocas personas reunidas, debido a la pandemia de Covid-19, se vio a llegar a Kel Calderón junto a su padre, Hernán Calderón, y su pololo "Toto" Torrealba. Mientras la opinóloga llegó junto a su pareja, Felix Ureta.
Por otra parte, Nano Calderón no pudo asistir al último adiós de su abuela por los problemas judiciales con su familia.
Entre llantos, Kel leyó el siguiente discurso para su despedida:
"No sé cómo se despide a alguien que en verdad debería estar acá sentada. Mi abuela no estaba enferma, no se le olvidaban las cosas, no tenía grandes dolores. El sábado pasado hicimos un asado en su casa y nos reímos hasta que nos dolía la guata. Y es que mi abuela era una de esas mujeres que ya no existen, porque saben todo, sabía todo de todos, pero no juzgan… reciben, regalonean, aconsejan".
"La casa de mi abuela era una zona segura entre tanta locura. En su departamento se detenía el tiempo y cualquier problema quedaba afuera".
"No puedo olvidar que la primera vez que me fui de mi casa tenía 6 años y me fui a la casa de la abuela en la Villa Frei, y no me llevé ni un calcetín. Me llevé puras barbies, y ella me recibió y me dejó quedarme ahí el tiempo que quisiera (…) La abuela se reía y se reía mucho, algo que no es tan común ver en un abuelo en estos tiempos. Los abuelos, en general mueren tristes y la abuela era una persona muy feliz, muy buena para la talla".
"Yo tuve una abuela que a los 93 me invitó a una parrillada y me recomendaba películas de Netflix. Sé que en los funerales dicen que todos los muertos son buenos. Mi abuela era más que buena, era una mujeraza, era la matriarca de una familia grande, de la cual habían ramas medias difíciles".
"Te prometí que iba a asegurarme que estuvieras 100 por ciento muerta antes que te metieran a un cajón. Ayer revisé mil veces esperando que no fuese así. Ahora que estoy segura, tenemos tu cuerpo aquí, yo sé que ya partiste. Y sé que si existe un Dios, nos miras desde arriba. No puedo negar que tengo el corazón partido en mil partes, porque la verdad es que no sé dónde estás. No tuve más tiempo y la pandemia no me dejó alcanzar… no alcanzó a terminar para llevarte a tantos lugares que prometí llevarte".
"Como dije antes, tu casa para mí era una zona segura. Vivía cerca de ti. Para mí tu casa era una tregua, era paz y tranquilidad. Y siento que vivir en esas calles ya no tiene sentido, desde ayer son calles vacías y mi zona segura ya no existe".
"Quería agradecerte, porque a tus 93 años tuviste la fuerza que yo no tuve. Tuviste la garra para ser mi familia completa cuando ya no tenía una, cuando no tenía a nadie, y tú pusiste el hombro y decidiste pasar tu última Navidad conmigo para que no estuviese sola. Hoy te lloro, porque me siento sola y porque ya no sé dónde voy a ir".
"Siento que la vida se llevó mi escudo y mis zapatos y no sé cómo seguir caminando. En tu despedida, quiero que sepas que no habría nada que no hiciera para mirarte una vez más y que me pudieras mirar de vuelta. Hay tantas de tus historias que no alcancé a escuchar. Y que ganas de volver a escuchar tu voz".
"Para nadie es secreto que mi lado de la familia está un poco quebrada y sé que te dolía, y sólo pido que donde quiera que estés, puedas ver que a pesar de todo, estamos todos aquí, porque nos une un dolor inmenso de tu partida y todos tus nietos te aman mucho. Y digo todos, tú sabes por qué te lo digo. Él también te ama. También está sufriendo mucho".
"Se supone que nos teníamos que ir juntas pero me dejaste aquí. Sólo te pido que me cuides, que nos cuides a todos, a toda tu familia y que le mandes amor a mis otros abuelos, donde quiera que estés con ellos. Te amo".