Migrantes y finanzas en el camino hacia la integración

Jueves, 26 de septiembre de 2024 a las 16:05

Cerca de un 9% de la población chilena actual es inmigrante (Encuesta Casen 2022), convirtiendo a este fenómeno en algo global y en un desafío tanto para los países de acogida como para sus nuevos habitantes. En términos económicos, el dinero ya no se mueve sólo dentro de las fronteras, sino que viaja a distintas partes del mundo a través de transferencias electrónicas y remesas, es decir, envíos de dinero a familiares que aún residen en los lugares de origen. 

Un aspecto crucial que se suele pasar por alto es la necesidad de educación financiera. Las personas requieren mayor conocimiento acerca de cómo gestionar sus finanzas, ya que vivimos en un mundo donde se habla mucho de la importancia del ahorro y la inversión, pero son pocos los que pueden tener una buena base de ahorros y muchos menos quienes saben cómo funcionan las inversiones. 

De hecho, en el reporte “El estado de la inclusión financiera después de COVID-19 en América Latina y el Caribe” de Mastercard, se destaca que si bien la mayoría de los latinoamericanos tuvo acceso a productos financieros básicos entre 2020 y 2023, un 21% todavía está excluido. En Chile, un estudio del  Depósito Central de Valores (DCV) y Cadem de 2023 reveló 42% de los chilenos tiene un nivel bajo de conocimiento financiero; mientras que otro reporte del mismo periodo afirma que tan solo un 21% de las personas declara ahorrar de manera voluntaria, la cifra más baja desde 2020.

Imaginemos ahora a un migrante recién llegado a Chile. El reto es doble, ya que debe entender cómo funciona el sistema financiero local. Tiene que enfrentarse a un sistema bancario desconocido, oportunidades laborales limitadas y si encuentra trabajo, administrar su sueldo considerando el valor de una moneda con la que no está familiarizado y cuidar especialmente la seguridad de sus transacciones, porque lo que está en juego es su sustento. Esta es la realidad que viven millones de personas en todo el mundo: baja bancarización, incertidumbre, oportunidades restringidas y en el caso de las remesas, altas comisiones y tiempos de espera. 

Por eso, adquirir conocimientos sobre finanzas personales cumple un rol importante para enseñar a manejar el dinero y, además, brindar confianza a los migrantes para que transiten con seguridad en este nuevo entorno económico. Este tipo de formación puede transformar a un migrante desorientado en un participante activo de la economía local, capaz de tomar decisiones informadas sobre la administración de su presupuesto mensual, incluyendo ahorro, inversión, manejo de deudas y envío de remesas.

Además, lo positivo es que los beneficios de esta integración económica van mucho más allá de cada individuo. Una comunidad migrante financieramente educada contribuye a la diversidad y fortalece la economía del país de acogida. Es un escenario donde todos ganan: los migrantes alcanzan la estabilidad financiera y la comunidad se enriquece en varios aspectos.

Desde este punto de vista, la educación financiera no es opcional, sino más bien una necesidad imperativa en este mundo globalizado. Mientras más herramientas entreguemos a las personas, más capaces serán de tomar el control de sus finanzas. Las ventajas son evidentes en cuanto a estabilidad económica, pero también en fomentar un sentido de autonomía y pertenencia, en especial para las mujeres, que históricamente han sido relegadas de muchísimas decisiones financieras. 

Como sociedad, tenemos la responsabilidad de asegurar que este conocimiento esté al alcance de todos los migrantes, abordando sus necesidades específicas. Solo así podremos hablar de una integración verdadera, completa y equitativa. Entonces, cabe preguntarse, ¿estamos realmente preparados para garantizar que cada migrante tenga las herramientas necesarias para prosperar en su nuevo entorno?

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