El periodista José Antonio Neme no dudó en expresar su descontento con la escenificación protagonizada por la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, durante la entrega de la Gaviota de Platino a la cantante Myriam Hernández. “Lo único que faltó es que entraran en la oficina de Hermosilla. Me parece que era innecesario, porque la gente estaba satisfecha y el rating estaba espectacular”, comentó Neme, refiriéndose al momento en que una cámara siguió a la alcaldesa a una sala privada para firmar el decreto que autorizaba el reconocimiento.
Neme destacó que Ripamonti es conocida por ser una figura pública que cuida minuciosamente su imagen mediática. “Si hay una alcaldesa cuidadosa de las formas mediáticas, esa es Macarena Ripamonti. Para bien o para mal”, afirmó el comunicador. Además, añadió que resulta difícil creer que ella permitiría que una cámara la siguiera en un momento que, supuestamente, debía ser privado. “Ella es súper grave con eso, es cuidadosa, entonces (creer) que ella iba a permitir que una cámara la enfocara tomando una decisión al aire... no”, sostuvo sobre lo ocurrido con Myriam Hernández.
El periodista también cuestionó la veracidad de la situación, argumentando que Ripamonti no habría expuesto públicamente detalles técnicos o administrativos del proceso. “Macarena no iba a salir diciendo ‘mira, vimos todos los estatutos y ella no cumple con el requisito de estar en el último quintil, entonces no tiene beneficio’. ¡No me vengan con huevadas!”, expresó con evidente molestia.
La entrega a Myriam Hernández generó repercusiones
En respuesta a sus declaraciones, su colega Natasha Kennard le recordó que la escena no pretendía ser tomada como una reunión real, sino que formaba parte del espectáculo. “Nadie pensó que era una reunión real, era parte del show”, aclaró Kennard. Sin embargo, Neme mantuvo su postura crítica, cuestionando la necesidad de simular una situación que, en su opinión, no aportaba valor al evento. “Por eso, para qué hacerla como que es real”, concluyó el periodista, dejando en evidencia su frontal estilo al opinar sobre el hecho.
La polémica generada por esta performance ha reabierto el debate sobre los límites entre la realidad y la ficción en los eventos televisivos, especialmente cuando involucran a figuras políticas en contextos de entretenimiento.