La (Mala) calidad educativa y la Admisión (In) justa de Piñera

Martes, 15 de enero de 2019 a las 20:18
Por Jorge Molina Araneda. Docente de Ciencias Sociales. Profesor de Lenguaje y Comunicación.  La educación de calidad es definida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos​ (OCDE), como aquella que asegura a todos los jóvenes la adquisición de los conocimientos, capacidades, destrezas y actitudes necesarias para equiparles para la vida adulta. En yuxtaposición a lo anterior, existen predictores de los resultados estudiantiles; los principales de estos son: -Los conocimientos iniciales que tienen los estudiantes al empezar la educación formal. -El contexto sociocultural del que provienen. -El involucramiento de la familia en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los niños, trasuntándoles curiosidad, disciplina, rigor y hábitos de estudio. -Cada familia le debe brindar a su prole un ambiente de estudio adecuado y, en lo posible, contar con libros en la casa y atizar su lectura y comentarios sobre las temáticas ahí planteadas; a modo de ejemplo: "En Finlandia, el 80% de las familias van a la biblioteca el fin de semana" (abc.es, noviembre de 2013). -En cuanto al cuerpo docente, previamente determinar si los aspirantes tienen ciertas habilidades para la carrera –en el ámbito del pregrado-, si tuvieron una exigente malla curricular, si la exigencia en las aulas universitarias son pertinentes y altas para la profesión, si el recién graduado posee dominio de contenidos, dominio de didáctica y dominio de grupo. En 2012, apareció un  ranking que analiza los sistemas educativos de 40 países, realizado por la revista The Economist. El ranking fue elaborado en base a dos categorías: por un lado las habilidades cognitivas, que se miden en base a los resultados de los exámenes internacionales PISA y evalúan áreas como matemáticas, ciencias y lectura. Por otro, los logros educativos, en los que se incluye la tasa de alfabetización y la de graduación entre 2006 y 2010. Resultado: Chile obtuvo el lugar 33. En PISA 2015, solo el 0,1% de los chilenos alcanzó el máximo desempeño en matemáticas; en Holanda fue 3,2% y en Surcorea fue 6,6%. En cuanto a la brutal desigualdad imperante en Chile, de acuerdo a Educación 2020, los resultados del SIMCE de 2017 reflejan que "No hemos logrado acortar las brechas socioeconómicas de manera significativa. En Lenguaje la diferencia está entre 50 y 60 puntos en todos los niveles educativos, mientras que en Matemáticas la brecha comienza con 60 puntos en 4º básico y aumenta hasta 105 puntos en 2° medio". Luego, la diferencia académica entre estudiantes de sectores socioeconómicos alto y bajo es de dos años (http://educacion2020.cl/noticias/educacion-2020-sobre-simce-2017-el-diagnostico-esta-claro-es-hora-de-innovar-en-la-sala-de-clase/). En la PSU de 2018, de los 209 puntajes nacionales, solo 34 provenían de establecimientos particulares subvencionados y 22 de colegios municipales;mientras que 153 fueron de centros privados, ¡y ojo! los alumnos de establecimientos de esta última dependencia solo representaron el 11% de los examinados en dicha prueba. De acuerdo al académico de Harvard Pasi Sahlberg -en entrevista concedida al diario La Tercera- el modelo educacional chileno trae consigo una equidad decreciente en los resultados de aprendizaje, además, ningún sistema educacional exitoso selecciona tempranamente a los estudiantes. Finalmente: -En Chile la educación es tremendamente segmentada, ya que obliga a que la descendencia de padres pobres o de clase media tienda a asistir a establecimientos municipales y/o particulares subvencionados, estos últimos con baja cuota de pago mensual; mientras que los niños y jóvenes de clase alta asisten a centros privados, por ende, el sistema nacional en lugar de igualar el terreno de las oportunidades, refuerza un sistema desigual que, como un círculo vicioso, hace y hará que las mejores oportunidades laborales siempre estén en manos de la élite y las migajas para el resto. -El presidente Piñera quiere volver a imponer la selección de estudiantes. Ante esto levanto la voz porque dicha medida es una discriminación arbitraria, toda vez que los establecimientos municipales y particulares subvencionados reciben dinero del Estado, a través de municipalidades y Ministerio de Educación respectivamente, es decir plata que proviene de todos los chilenos; luego, no existe un criterio razonable para impedir el acceso a ningún estudiante a establecimientos educacionales que sean de su gusto. -Seleccionar alumnos implica que las autoridades se contentarán con los puntajes obtenidos en los colegios burbuja (emblemáticos y de excelencia). No seleccionar alumnos conlleva a invertir en profesionales e insumos idóneos que logren nivelar a los alumnos que arrastren deficiencias académicas; ergo, nivelar cuesta tiempo, cuesta invertir en el cuerpo docente y paradocente, etc. Además, el gobierno de Piñera debiese tener muy presente a Christopher Hayes y la Ley de hierro de la meritocracia: La desigualdad generada por un sistema meritocrático crecerá lo suficiente como para trastocar los mecanismos de movilidad social.
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