YouTube acaba de cumplir 14 años, pero, al echar la vista atrás, resulta muy difícil imaginar cómo eran las cosas antes de que se fundara esta gran plataforma. Este portal, una de las páginas más visitadas del mundo, ha generado una figura ya emblemática que ha revolucionado internet, el mercado del ocio y el entretenimiento y hasta la forma en que pensamos: el
YouTuber. Son mucho los jóvenes que han encontrado la forma de ganar grandes cantidades de dinero subiendo video tras video a sus canales, consiguiendo millones de suscriptores. YouTube paga entre 90 y 1.000 euros al día a estas figuras según la cantidad de contenido y el número de usuarios que los sigan. Los más conocidos tienen una audiencia de millones, suben contenido cada día, son famosos en sus círculos y se comunican constantemente con sus fans. Pero ¿están preparados para afrontar la gran cantidad de trabajo que conlleva y el precio de la fama en internet? El sueño de muchos se ha presentado como la oportunidad de expresarse a través de este portal, de sentirse escuchados y apoyados, y de ganarse la vida sin tener que salir de casa. Muchos han visto esto como la alternativa ideal a seguir el camino de lo establecido, a lidiar con jefes, protocolos, corbatas, trabajar para otros…Pero, como ahora están dando a conocer cada vez más, ser
YouTuber no es un camino de rosas. Muchos han confesado trabajar hasta 20 horas diarias. La cantidad de horas que pasan sentados delante de la pantalla es algo que les afecta físicamente. De hecho, ya hay muchos que se preocupan por su salud, tal y como en una oficina, es importante invertir en un puesto de trabajo ergonómico, los
gamers por ejemplo utilizan
sillas especializadas para pasar horas sentado en ella, y un ambiente que no contribuya a su deterioro físico y mental. Cada vez más sienten la presión de subir contenido todos los días para poder mantener a sus suscriptores, y sus ganancias en el portal. El «algoritmo» de YouTube lanza cada minuto 400 horas de vídeo recomendado a sus millones de usuarios. Con el añadido de responder a sus numerosos fans, colaboraciones entre compañeros y la presión constante por mantenerse al pie del cañón, muchos
YouTubers comienzan a hablar de la factura que todo esto les está pasando. Algunos han decidido tomarse un descanso, como es el caso del conocido
YouTuber español ElRubius; otros como Austin Hourigan bromean que tener terapeuta es un requisito, o, como Elle Mills, se declaran «
quemados» a los 19 años. Los jóvenes se dan cuenta de que subir vídeos no es un juego, y toman consciencia de lo que supone su sobreexposición en internet en pleno siglo XXI.