La naturaleza ha sido la gran beneficiada por la pandemia del COVID-19 debido al confinamiento humano, lo que podría salvar a todas las abejas.
La pandemia del COVID-19 ha tenido como gran beneficiario al planeta Tierra, pues con el confinamiento humano, la naturaleza se libró de su máximo depredador, el ser humano, recuperando sus terrenos.
En Chile pudimos ver como varios pumas bajaron desde la precordillera de Santiago para llegar hasta la ciudad vacía y sin ruido, buscando comida y agua, demostrando que hemos sido nosotros los que hemos devastado sus hábitat naturales sin pensar en la destrucción que hacíamos.
En otras partes del mundo se ha visto como los canales de Venecia recuperaron la cristalinidad de sus aguas y otras especies salvajes que llegaron hasta la urbe, mientras todos los humanos estaban encerrados en sus casas.
Y otra gran beneficiada puede ser la abeja. La disminución del tránsito humano y vehicular ha hecho que la incipiente primavera europea tenga un inédito brote de flores en diversas partes, incluso concurridas carreteras, volviendo a poblar de abejas zonas donde ya no eran vistas.
Según Plantlife, principal organización del Viejo Continente en conservación de la flora, manifestó su interés sobre este fenómeno, donde los ecosistemas devastados están empezando a recuperarse, aumentando en ellos la población de abejas.
Cabe recordar que la existencia de este insecto es vital para la sobrevivencia del ser humano, debido a que son las responsables de la polinización y la floración de muchas especies. Sin las abejas, nosotros nos extinguiríamos rápidamente.