En tiempos de crisis: Bienvenida una buena gobernanza

Lunes, 20 de abril de 2020 a las 15:33

Por OSCAR GUERRA GONZÁLEZ / Director Ejecutivo ONG ObservaCiudadanía

Si a fines del siglo XX e inicios del siglo XXI la mayoría de los actores políticos y sociales, hacían los esfuerzos necesarios para consolidar el concepto de “gobernabilidad”, en especial para democracias tan jóvenes como las de los países latinoamericanos. Hoy en día (especialmente en Chile) a partir de la crisis social y política gatillada por el proceso de estallido social y recientemente, por la irrupción de la pandemia mundial (COVID-19), queda claro que no basta con asegurar una “gobernabilidad”, sino que es necesario ampliar la forma de concebir el ejercicio del poder democrático. Ante este desafío, parece que el concepto de gobernanza puede comenzar a ayudar con más fuerza que nunca.

Si bien, el concepto de gobernabilidad ha sido fundamental para establecer ciertos cánones de estabilidad institucional, en que todos los jugadores (o la mayoría) acepten las reglas del juego democrático (algo que hace unos años atrás no era algo tan seguro). Los escenarios de crisis actual han develado quizás dos grandes vacíos de un enfoque basado tan fuertemente en la estabilidad. En primer lugar, esta estabilidad siempre se entendió desde un enfoque nacional, tendiente a la centralidad y unidad del poder, dejando invisibilizado lo local. En segundo lugar, su excesivo enfoque en la estabilidad, descuida lo inestable de todo proceso político-social (Por no decir: todo proceso humano, incluso todo proceso natural).

Si bien el concepto de gobernanza fue introducido con fuerza en los 80´por el Banco Mundial, la reflexión última ha dado forma a una noción que enriquece el esfuerzo necesario de “ensanchar las democracias” y pensar un “desarrollo sostenible”. Así:

“Gobernanza es la realización de relaciones políticas entre diversos actores involucrados en el proceso de decidir, ejecutar y evaluar decisiones sobre asuntos de interés público, proceso que puede ser caracterizado como un juego de poder, en el cual competencia y cooperación coexisten como reglas posibles; y que incluye instituciones tanto formales como informales” (Whittingham, 2005, p. 240).

En definitiva y poniendo en perspectiva actual este concepto, es claro que hoy más que nunca el reconocimiento de distintos actores en las relaciones políticas, requiere una mayor atención y con ello, nuevos modelos de intervención, gestión y participación ciudadana. 

La pérdida del protagonismo de las utopías por parte de los partidos políticos y, por tanto, del mismo Estado y su gobierno, nos llevan a pensar en la necesidad de construir democracias capaces de reconocer un tejido político, social, económico e incluso cultural en donde, muchos más desean alzar la voz, muchos/as más pueden colaborar y muchos/as más pueden protagonizar el conflicto. La gobernanza no es una receta, sin embargo, es una mirada que si bien hace tiempo es parte de los conceptos de moda de la política y su administración, hoy en día más que nunca tiene el espacio para demostrar que puede ocupar los vacíos que siempre albergó esa idea tan potente como lo fue la gobernabilidad.  Quizás el mayor desafío (como suele suceder), la tienen los actos políticos, en tanto se requiere innegablemente una redistribución del poder y en esta, no basta con la lógica Estado- Mercado, pues el poder local y la sociedad civil parecen reclamar un espacio fundamental para más democracia y más desarrollo.

Síguenos en Google News: Logo de Google News
Temas de la nota
Últimas noticias