Cristián Molina se levanta a las seis de la mañana y una hora más tarde ya inicia su jornada en un galpón de la empresa Kotmasu, ubicada en la zona industrial La Negra a las afueras de Antofagasta. "Soy un operario de maquinaria, me titulé de ingeniero y trabajo reparando las palas gigantes que ocupan las mineras", comenzó diciendo en su relato.
"Jorge Barrera me llamó un día, y me dijo que la U necesitaba un goleador. Me demoré dos segundos en aceptar. Mi primer día en Santiago llegué con mi mochila, mis vendas y mis zapatos, y de repente el utilero me pasa una canasta con ropa nueva: la ropa Adidas institucional, ropa de salida, ropa de entrenamiento. Ahí caché donde estaba. El segundo choque fue en el camarín: nadie sabía quién era. Estaba Musrri, que yo lo veía en la Tele. Herrera, que era chico, pero tenía personalidad", destacó.
"Al principio no tenían idea de donde me habían sacado, pero después se portaron todos muy bien conmigo. Un lunes me llama a la oficina el técnico Héctor Pinto y me dice: vamos a ser sincero contigo. No te conozco, y conmigo no vas a jugar, búscate equipo. Se me vino el mundo abajo, quedé en shock, y no quedaba casi nada para el cierre de libro de pases. Le dije que me iba a quedar igual. No me rendí. Me la jugué en los entrenamientos, en los partidos no televisados, hasta que un día ya tiré la esponja", comentó.
Su vida cambió por completo
Hoy Molina cree que hubo una tarde donde pudo haber torcido su historia en la U, la que fue el 3 de abril del 2004. “Entré con Huachipato. Íbamos 1-1 en Las Higueras, y me llama Bigorra: yo qué onda, se debe haber equivocado. Hacen el cambio por Rivarola y hago el 2-1 al minuto. Toqué la primera pelota e hice el gol. Me pongo a celebrar, cuando veo que habían cobrado posición de adelanto. No lo podía creer. Yo miré las imágenes en la noche, y estaba habilitado. Fue la mala suerte no más", dictó.
A partir de ello, volvió a un lugar secundario, al borde de la foto. No obstante, fue parte de un plantel histórico: ese semestre la U venció a Cobreloa en Calama y conquistó la 12 estrella con un penal de Johnny Herrera. Él estuvo ahí y jamás lo olvidará en su vida. Fue parte de ese equipo, las celebraciones y las estadísticas. Allí, jugó en total 16 minutos el Torneo Apertura.
Ahora, este tiene 42 años, sigue jugando a nivel amateur en Antofagasta, y es una pequeña celebridad en los campeonatos interempresas. En medio de esos encuentros, sus amigos de vez en cuando lo molestan. “Me dicen: fuiste a la U, pero nunca jugaste. Yo les respondo. Sí, pero eso no importa. Llegué. Estuve en Primera, fui campeón con la U, jugué a estadio lleno. Cumplí el sueño que todos tienen y pocos logran. Sólo me faltó haber hecho ese gol”, cerró Molina.