Raúl Saldívar, diputado socialista por el Distrito Nº5 de la Región de Coquimbo.
Sin ánimo de querer alarmar a alguien, quisiera llamar la atención sobre un fenómeno político preocupante en Chile, y por qué no decirlo, Latinoamérica. Y es que desde un tiempo a esta parte, el siempre presente fantasma de la ultraderecha, ha cobrado la fuerza necesaria para convertirse en algo más alarmante que una mera aparición.
Ejemplo de esto, es lo ocurrido en Argentina, donde recientemente, el peronismo vivió una fuerte derrota frente a la coalición “Juntos por el Cambio”, - a la que pertenece el ex Pdte. conservador, Mauricio Macri-, perdiendo el control del Senado por primera vez desde el regreso a la democracia en 1983.
A este antecedente se le suma el ascenso de Javier Milei, el economista ultra liberal y anarcocapitalista, quien fue electo como diputado el pasado domingo en Buenos Aires, con el 17% de los votos. Este triunfo significa dos cosas gravitantes; lo primero, es el regreso de la extrema derecha al Congreso Argentino y lo segundo, es el crecimiento de su electorado.
Pese a que en el caso de nuestro país, aún está por verse lo que sucederá, las encuestas, -aunque cuestionables-, muestran que efectivamente nos enfrentamos al ascenso del candidato del partido republicano, José Antonio Kast, quien no solo propone la esquizofrénica medida de disminuir los impuestos y aumentar el gasto del Estado, si no que además pretende aumentar las atribuciones presidenciales durante el Estado de Emergencia, -al punto de casi transformar la figura del mandatario en un dictador-, e imponer el ideal de familia estrictamente dado entre un hombre y una mujer, y de paso eliminar el derecho al aborto por tres causales, entre otras cosas igual de alarmantes.
Por eso y por otras razones, es importante poner freno a esta ola, ya que a pesar de que estratégicamente suavizó su discurso, a tan solo días de la elección presidencial, el candidato republicano no pudo evitar mostrar su verdadero rostro.
Es así cómo puso en evidencia el profundo negacionismo que caracteriza a la extrema derecha chilena, asegurando que durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, se hicieron elecciones democráticas y “no se encerró a los opositores políticos”.
Otro ejemplo de esto es lo sucedido durante el último debate presidencial, donde pudimos observar como al candidato de ultraderecha se le caía la máscara de tranquila e inquietante frialdad, -pero no por eso menos violenta-, con la que pretendía renegar de la xenofobia, el racismo y la homofobia de su discurso.
La incoherencia en sus dichos y en su programa, sus exabruptos y su desconocimiento respecto a la proyección del crecimiento del país, fue un atisbo de lo que sería un gobierno bajo su mando y un aviso de alarma, que nos dice que tenemos que transformarnos en el rompeolas de este auge de la ultraderecha.-