Por Avelino Jiménez Domínguez
Esta es una columna que puede parecer bastante curiosa, en tanto llamado, a tan pocos días del referéndum de salida -que se realizará el 4 de septiembre-, en una semana, sobre la propuesta de Nueva Constitución que entregó la Asamblea constituyente. Quiero traer a la consideración algo de espiritualidad a las variables presentes en este momento que se considera especial en nuestra convivencia.
Claro que la política no busca la verdad, como lo hace la ciencia. La política busca que sea posible nuestra existencia grupal coordinada lo más armónicamente posible, sin embargo, al no buscar la verdad no se interesa particularmente en las visiones holísticas, integradas, a las que inevitablemente llegaría quien se ha desprendido de su egocentrismo, partisanismo o intereses sectoriales, y trata de ver el todo, ampliar la consciencia; es decir una visión de equidad no de parcialidades.
Lo espiritual si pretende buscar la verdad -así como la ciencia-, en ese aspecto distintivo de la espiritualidad, propio del humano, en que busca la comprensión del cosmos al que pertenece, y por lo tanto se desarrolla en medida que se desprende de todo anclaje, ataduras, parcialidades, divisiones y trata de sentir la unión de todo lo existente. Una política sin espiritualidad es camino a la fragmentación social y al desconocimiento entre unos y otros que puede llegar vía violencia y agresión, herramientas naturales de la vida, a la mutilación de un pueblo en un conflicto automutilativo. Los ejemplos están en abundancia a lo largo de toda la historia.
El "aquí y ahora" de la corriente gestáltica, se parece al concepto de Meditación, de acuerdo con la definición y su práctica llegada desde las culturas de los pueblos del Oriente. Votar en un acto de “aquí y ahora”, relacionado a la Meditación, es votar en “atención plena” sobre cómo percibimos genuinamente la propuesta de Nueva Constitución que se nos está haciendo.
Pocas personas deben haber leído completamente la Nueva Constitución que se va a votar. Algunas lo habrán hecho parcialmente, algunos artículos quizás, pero, la mayoría no lo habrá hecho; eso creo yo. Por lo tanto, lo que piensan de ella viene de las opiniones de otras personas, del intenso debate generalizado y multimedial que se ha desatado, con razón por supuesto, en este significativo momento político, de lo que han escuchado en las radios, de lo visto en programas en televisión, en los podcasts, en YouTube, o en otras plataformas. Si no la han leído solo pueden tener opiniones de segunda mano, reactivas a la impresión y presión que les ha producido la opinión que otras personas, con distintos intereses, le han tratado de inducir y embaucar en favor de sensibilidades y necesidades particulares. Estarán siendo cajas de resonancia de las distintas “cocinas” políticas que pretenden manipular la realidad, las que han surgido en el apogeo de las luchas de poder que ha suscitado la Nueva Constitución que se propuso como salida, a un agudo conflicto social, que estábamos viviendo, y manifestado en la explosión del 19 de octubre del 2019.
Proponer votar en el plebiscito de salida como una acción de aquí y ahora es darle algo de espiritualidad a la política, porque podría mejorar el performance de su resultado. El votar en aquí y ahora, que se parece conceptualmente a la Meditación, es simplemente detener el tiempo, poner la “atención plena” en lo único que existe: que es el presente. Sin pasado, sin futuro interpretativos, especulativos, por tanto, creados por las luchas de poder en los debates apasionados de los últimos días, semanas y meses, y que se han traducido en las dichas cocinas políticas; en sus propuestas, promesas y acuerdos: espurios, no vinculantes y no obligatorios para cambiar la Nueva Constitución recién nacida.
En el plebiscito de entrada el pueblo dijo que quería Nueva Constitución y que fuera hecha por una Asamblea Constituyente completamente elegida por votación. Sin políticos profesionales de los parlamentos, de los partidos políticos ni elites académicas. Y sin embargo las cocinas políticas pretenden que antes que la Nueva Constitución de su primer paso ya pueda cambiarse por aquellos a quienes el pueblo los descartó como hacedores de ella. Quieren convertirla en una Constitución Mixta en contra de la soberanía popular expresada en el plebiscito de entrada.
Para comprender mejor qué es votar en plebiscito de salida a la Nueva Constitución como una acción de aquí y ahora, que es similar a la Meditación, voy a terminar dando una definición de meditación; para aclarar más el saber cómo, y con cuidado para no irnos del tema. De esta forma enriquecemos la votación usando herramientas psicológicas y espirituales en vigencia para nuestra vida social. Lo que no es solo interesante y apasionante si no probablemente necesario.
MEDITACIÓN
Cuando el cuerpo empieza a aflojar, a dejar de lado su preparación a la acción, el tiempo empieza poco a poco a desaparecer, en la medida que los músculos se sueltan más y más. Y cuando los músculos ya no están dispuestos a ningún movimiento (prejuicioso, o por inercia) el correr del tiempo se detiene, se arriba a un presente que no transcurre. Para el espíritu, la relajación total, la no acción, es eternidad, y la eternidad más que “tiempo interminable” es “inexistencia del tiempo”.
En simple: cuando el cuerpo físico para, se detiene, deja de estar predispuesto a alguna acción arbitraria, se relaja, queda en el puro presente sin prejuicios. Caemos en un tiempo eterno ¿eterno por qué? Porque no tiene pasado ni futuro, por lo tanto, es presente total, por ende, realidad total: ya que no existen el pasado y el futuro más que como especulaciones de la mente, y al desaparecer caemos en el aquí y ahora, en la atención plena, en la percepción máxima sin distorsiones, volvemos a encontrarnos con el mundo que habíamos olvidado por nuestros sueños y la vorágine mental.
Ese tiempo eterno en la comprensión espiritual, y tiempo real en lo psicológico, es el estado de consciencia con el que debemos enfrentar la votación política del plebiscito de salida. En aquí y ahora que nos lleva nuevamente a ese tiempo eterno del espíritu, para votar con lo más puro y autentico de como percibimos cada uno, la propuesta que tenemos al frente. Es decir, un presente no perturbado por la inercia mental de las cocinas políticas que nos quieren hacer cautivos de los pasados y los futuros que ellas crean bajo la torrencial, aunque sea natural, presión de las luchas de poder que fragmentan la sociedad.