El mundo del fútbol se enluta tras el fallecimiento de Miguel Ángel Russo a los 69 años, quien partió rodeado de sus seres queridos tras una tenaz lucha contra el cáncer iniciada en 2017. La enfermedad, que se originó en la próstata y se extendió a la vejiga, fue superada inicialmente por el técnico, permitiéndole retornar a la dirección técnica y conquistar varios títulos entre su recuperación y la fecha de su deceso. A pesar de su resurgimiento profesional, los problemas de salud reaparecieron y se agudizaron en el segundo semestre de este año, poco después de haber asumido su tercer ciclo en el banquillo de Boca Juniors.
La recaída se manifestó con frecuentes ausencias a los entrenamientos, atribuidas a diversas infecciones urinarias que requirieron hospitalización. No obstante, Boca Juniors mantuvo un bajo perfil institucional sobre el estado de su entrenador, emitiendo una comunicación oficial únicamente en la etapa final, cuando Russo fue enviado a su hogar con hospitalización domiciliaria. Este mensaje, percibido como un indicador de su grave deterioro, provocó una oleada de mensajes y homenajes de diversos clubes y futbolistas. Desde Chile, la Universidad de Chile, equipo al que dirigió en 1996, manifestó su afecto: "Los azules te recordamos con mucho cariño", señalaron.
Miguelo, como era conocido, no solo dejó una huella por sus nueve títulos nacionales y su copa internacional (la Libertadores 2007 con Boca), sino también por sus excepcionales cualidades humanas y su pedagogía en el campo de juego. Su pupilo colombiano, Fabián Vargas, destacó esta característica en una entrevista al sitio oficial de la FIFA: "Lo que más destaco de Miguel es la simplicidad para entregar el mensaje. Sabe llegarle al jugador con un lenguaje cero complicado, pragmático. Y convence rápidamente. Su trabajo es fácil de comprender y de interpretar en la cancha. Es un mensaje corto pero contundente de lo que hay que hacer. Llena de confianza al jugador, fundamental para cualquier técnico".
Dolor en el fútbol por la muerte de Miguel Ángel Russo
La última aparición de Miguel Ángel Russo en la banda de un campo de juego ocurrió el pasado 21 de septiembre, durante el empate 2-2 de Boca Juniors contra Central Córdoba, donde ya se le percibía notablemente débil. A partir de esa fecha, su salud empeoró progresivamente hasta el triste desenlace. Pese a la gravedad de su condición, el técnico se mantuvo activo, siguiendo de cerca el desempeño de su equipo y enviando instrucciones desde su hogar. En su paso por el cuadro argentino, dirigió a los chilenos Williams Alarcón y Carlos Palacios, manteniendo una relación con altibajos con este último.
La Universidad de Chile marcó la primera experiencia internacional del técnico, quien llegó a reemplazar a Jorge Socías en 1996 por iniciativa del exdirigente Pedro Cárdenas, quien recordó en Redgol que tras una entrevista se dio cuenta de que Russo "era una gran persona, que podía ayudarnos muchísimo". La gestión del argentino es recordada por la histórica actuación en la Copa Libertadores 1996, donde el club fue eliminado en semifinales ante River Plate en un partido polémico. A lo largo de su carrera, que comenzó como jugador en Estudiantes de La Plata y lo llevó a dirigir en múltiples países (incluyendo ciclos múltiples en equipos como Rosario Central, donde ganó la Copa de la Liga de 2023), Miguel Ángel Russo se consolidó como uno de los entrenadores más influyentes de Sudamérica.