Teresita Giacaman, hija de la reconocida actriz chilena Teresita Reyes, compartió en redes sociales un emotivo mensaje tras la reciente partida de su madre. La periodista expresó su dolor a través de un texto profundo y simbólico, evocando imágenes oníricas y recuerdos íntimos que reflejan el vínculo entrañable que compartía con la actriz. El mensaje fue recibido con conmoción por los seguidores de Reyes, quien fue una figura muy querida en la televisión y el teatro chileno.
En su publicación, Giacaman relató un sueño cargado de metáforas: “Es mi segundo despertar sin ti. Pareciera que el cielo aguantó su llanto lo máximo posible para que pudiéramos despedirte como te merecías”. En ese sueño, observaba un edificio que se inclinaba y luego se partía en dos, generando una sensación de urgencia por rescatar a quienes estaban atrapados, aunque finalmente no encontraba a nadie, solo escaleras interminables descendiendo entre muros blancos. “La oscuridad, casi total, no me daba miedo. Eran escaleras infinitas… como las del hospital, quizás”, reflexionó.
La escritora añadió que, dentro de ese mundo onírico, tenía la conciencia de estar descendiendo sin temor, convencida de que debía seguir bajando. Al despertar, la hija de Teresita Reyes confesó que las palabras se agolpaban en su mente, como un eco de aquella vivencia onírica. En medio de ese torbellino emocional, le compartió a su madre una tierna imagen: “Tu casita está hermosa, hermosa como siempre… Hay seis paltitas, y tú te emocionabas como siempre, como en la vida real”.
Dolor por la muerte de Teresita Reyes
La nostalgia siguió cobrando fuerza al recordar momentos cotidianos junto a la actriz. Giacaman mencionó que ahora el jardín sigue recibiendo agua, pero ya no está su madre para disfrutarlo. “La María toma desayuno sola, sin poder regalonearte con calzones rotos o picarones… Ella también te llama desde el jardín, pero tu ventana no responde”, escribió, haciendo alusión al silencio que ha dejado la ausencia de Teresita Reyes.
Finalmente, expresó la profundidad de su pena con una imagen sencilla pero poderosa: el deseo de escuchar una vez más la voz de su madre al teléfono. “La música más hermosa sería oírte hablar por teléfono… Mamita, no me quiero levantar, porque sé que cuando baje por las escaleras de mi cabaña voy a mirar por tu ventana, como siempre, para saber cómo estás. Pero no vas a estar”, concluyó, dejando entrever el vacío que ahora ocupa el lugar de su risa y su presencia.